La Nación
Mi familia es sagrada  1 25 abril, 2024
ACTUALIDAD

Mi familia es sagrada 

En medio de la actual pandemia y de la situación cambiante del mundo, la Iglesia nos presenta hoy el modelo de la Sagrada Familia de Nazareth. Modelo de familia cristiana no exenta de problemas, donde Dios ocupa el centro y donde se vive la auténtica armonía del amor. Familia modelo.

 

Padre Elcías Trujillo Núñez

 

 «Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: – «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: – «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.» (Lucas 2,22-40)  

 

En la presentación de Jesús en el Templo que hoy leemos en el Evangelio, ya Simeón le aventura a María que sufrirá a causa de ese Niño, llamado por él Luz de las naciones, pero también bandera discutida que no será aceptado por todos.

Jesús se somete a una familia normal y vive bajo la autoridad y la educación de sus padres hasta que se emancipa para cumplir la misión de proclamar el Reino de Dios. Es evidente que Dios podía haber pasado por este mundo de otra manera, pero lo quiso hacer siguiendo el camino habitual en que las personas nacen, son amadas y educadas, y aprenden los valores fundamentales de la vida.

Jesús fue en muchas cosas reflejo de José y de María, además de Hijo de Dios. Es el ser humano el único de la naturaleza que más necesita de este ámbito de amor y de felicidad que es la familia. Pero tampoco debemos olvidar que no todos los modelos familiares reflejan el modelo de Nazareth.

Hoy hemos crecido en un concepto de familia donde las personas son iguales, donde se va erradicando el modelo autoritario y machista, donde pueden expresarse los sentimientos y las opiniones, donde entre todos se construye hogar y comunidad. Por eso no es suficiente con exaltar la familia, hay que trabajar para que las familias sean en verdad espacios de amor y de crecimiento y maduración humana, emocional y espiritual. Hay que educar en las familias en los valores del reconocer al otro como diferente y sagrado, y a respetar su vida desde su concepción.

Hoy está en el debate de muchos países el tema del aborto, que se contempla como un derecho de la mujer, pero no del niño; y además como una especie de certificado progresista que oculta en muchos casos el drama de las propias mujeres que deciden o son abocadas a dar muerte a su propio hijo. Sé que las situaciones son complicadas y difíciles para muchas mujeres que son en gran medida también las víctimas, pero es lamentable que una sociedad que se llama civilizada siga contemplando el aborto como un simple método anticonceptivo y al no nacido como una especie de residuo de células cuya vida no tiene derecho a ser respetada.

Creo que, si proclamamos con tanto énfasis hoy los Derechos Humanos, debería ser el primero y fundamental el respeto a la vida, a toda vida, como sagrada y digna del cuidado y protección de todos. Un cristiano debe alzar la voz contra todo atentado a la vida: se llame aborto, guerra, tortura, maltrato, homicidio, suicidio, o pena de muerte; y a la vez debe promover con todas sus fuerzas una cultura de la vida, apoyando toda iniciativa que ayude a las personas a proteger y defender la vida, especialmente la de los niños y seres humanos más vulnerables.

Revisemos nuestra propia familia. ¿Es comunidad de amor? ¿Se cultiva el respeto, la generosidad, la solidaridad, el sacrificio por los demás, la alegría del tiempo compartido gratuitamente? ¿Se vive y se educa en ella la fe y el respeto a la vida? ¿Hay una autoridad que es ante todo signo de unidad y de feliz convivencia y no de imposición despótica? ¿Hay verdadero diálogo y consenso y participación de todos? No nos dediquemos sólo a criticar lo mal que está la familia en la sociedad o los ataques que sufre, propongamos positivamente el modelo de familia cristiana, dando ejemplo y respetando a aquellos que no piensan como nosotros, y eso sí, exigiendo donde haya que exigir que se apoye y se impulse una vida de familia armoniosa, que permita compaginar trabajo con atención a los hijos, que facilite el tiempo de comunicación y de cultivo de los buenos valores humanos y cristianos.

Feliz nuevo año 2021.