En nada se distingue el gobierno de Samper y Serpa, con el de Santos y Carrillo. Aquel aliado del narcotráfico, del narcoterrorismo para más señas, Santos aliado del narcoterrorismo radicado en La Habana y negociando con ellos el futuro de Colombia, a tal punto, según Vargas Lleras, donde denuncia que el futuro del agua potable en las zonas rurales del país, fue pactado con el narcoterrorismo de la Farc en La Habana; aquellos, sin explicar aun muchos sucesos todavía ocultos de su gobierno, entre otros, la muerte de Alvaro Gómez, y otros muchos de ingrata recordación, que a toda costa buscan por todos los medios lavarse la cara y las manos frente al país, opinando casi a la fuerza, sobre temas donde tienen totalmente perdida la credibilidad nacional.
Santos aliado con Carrillo, su ministro del Interior, amanuense en el pasado con el narcoterrorismo de Pablo Escobar, donde por poco lo santifica en la famosa Catedral, ahora que están de moda las santificaciones pero de Santos, el presidente; lo vincula con Gaviria, también aliado del actual gobierno.
Todas esas notorias coincidencias, por decir lo menos, sumándole el ingrediente ya a título de desesperación de Santos de hacerse reelegir, a costa de la falta de autoridad en todos los órdenes de nuestra institucionalidad, la falta de orden, han sido caldo de cultivo para que las fuerzas perturbadoras del Estado, que ya parece más un negocio, han optado inteligentemente por organizar paros a diestra y siniestra por todo el territorio nacional, y me atrevo a creer, como parte de la suspicacia, que todo viene organizado desde Cuba, como el gran epicentro de las grandes decisiones nacionales que se ven venir, que incluye el comunismo trasnochado y ramplón, pasado de moda, pero que tercamente quieren imponer los dueños de la nueva moral, pero de la mata de mora, porque de la otra no tienen idea.
Todo con la complacencia de este gobierno, gelatinoso y pusilánime, donde tiene más consistencia un kilómetro de gelatina, complaciente con todo lo habido y por haber, en una actitud propia del dejar hacer y dejar pasar; colocando paños de agua tibia a los problemas, mientras se sucede la eventual relección, acudiendo a personajes siniestros como Maduro y la Kirchner, que vienen a acompañar a bien morir, no propiamente el mal llamado proceso de paz, sino la dignidad nacional.
Esa cantidad innumerable de paros que se suceden hoy, solo es comparable con la época de Samper y Serpa, cuando andaban desesperados buscando demostrarle al país, que lo de Samper, todo fue a sus espaldas y proclamando la candidatura fallida de Serpa. ¿Será acaso la crónica de la muerte anunciada de la relección?