Música para sanar el alma: Neiva impactada

Hay algo profundamente sanador en la música. No es solo un conjunto de notas que forman melodías; cada estilo, cada composición, es una vibración que toca las fibras más profundas del ser. Cuando esas notas provienen de una orquesta sinfónica, y cada instrumento se suma a un diálogo colectivo, ocurre una simbiosis, algo inexplicable: el alma se alinea con la armonía del mundo. Y en nuestra calurosa ciudad de Neiva, un evento como el que vivimos con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia no es solo un concierto: es una sesión de musicoterapia de alto nivel para una sociedad que, muchas veces, ha tenido que lidiar con el ruido de la violencia.

El pasado 23 de septiembre fue un día que espero marque un antes y un después. Nos llenamos de vida con un evento que trascendió lo artístico para convertirse en un símbolo de lo que nuestra ciudad puede llegar a ser: un espacio de eventos y de encuentro, de paz y de cultura. Más de 10.000 personas se regalaron la posibilidad de vivir una experiencia que no solo deleitó los sentidos y que necesitamos más momentos así. Necesitamos que la música, en toda su majestuosidad, nos envuelva. Porque tiene el poder de redimirnos, de limpiar las heridas y de darnos una nueva perspectiva sobre lo que significa estar juntos.

En un mundo tan fragmentado, la música ofrece un refugio. No es coincidencia que grandes compositores hayan creado sus obras más sublimes en tiempos de caos. Y el genio argentino Yeruham Scharovsky, director artístico de la Sinfónica presentó de una manera fabulosa algo que podía parecer lejano, pero lo acercó magistralmente. Y muchos pudieron conocer gracias a su fantástica explicación a mi compatriota Astor Piazzola, un adelantado a su época.

Fue una oportunidad para recordar que la cultura puede ser un puente hacia la paz. No podemos subestimar el impacto que tiene el arte. La música clásica, que a veces se ve como un lujo para pocos, puede y debe ser disfrutada por todos. Si algo demostró este evento, es que los neivanos están ávidos de experiencias culturales de calidad. Insisto y agradezco a Fomcultura (Fondo mixto de cultura), porque no solo enriquecieron nuestra alma, sino que nos enseñaron que podemos ser una sociedad más cohesionada y empática.

Neiva no puede ser solo la ciudad del Festival del San Pedro. Debemos ir más allá y generar un hábito cultural constante. Una sociedad que disfruta del arte puede soñar con un futuro mejor.

Sigamos logrando esta transformación del tejido social, el milagro que puede generar la inversión en cultura y en la música. Que este concierto sea solo el comienzo. Que Neiva, con su potencial cultural y con la ayuda de lo público y privado de la mano, en una sinergia que puede lograr hacer de estos eventos una constante. Una ciudad donde, entre los aplausos al final de una sinfonía, podamos también escuchar los ecos de un futuro más iluminado. ¡Nuevamente gracias!

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