“Una ciudad no es más limpia porque más se le barra, sino porque menos se le ensucia”. Me acordé de esta lapidaria verdad de la cultura ciudadana al leer la información y ver las fotos publicadas el miércoles pasado en la que este periódico denunció, cómo, muchos lugares de la periferia de Neiva, están convertidos en botaderos de escombros; o sea de basuras generadas por la irresponsabilidad de constructores y de personas a quienes la belleza, el aseo y ornato de la ciudad les importa un comino. Esta es la triste realidad de esta ciudad en la cual, a pesar de sus cuatro siglos de existencia, sus habitantes no hemos aprendido a hacer de ella una ciudad limpia, hasta el punto de que, el canal Citytv de Bogotá, mostrando el Parque Santander, la calificara en el año pasado, como la capital de departamento más sucia de Colombia. ¿Qué hacer? En todas partes del mundo los gobiernos locales asumen la responsabilidad por hacer limpias las ciudades y por mejorar el caos vehicular basados en dos estrategias: cultura ciudadana y represión. En Neiva ni lo uno ni lo otro funciona. La cultura ciudadana es un proceso educativo que se inicia de desde la escuela basado en las normas que sustentan la convivencia. Aquí hablar de cultura ciudadana es como hablar en otro idioma. Nadie en la Alcaldía traza estrategias y ni programas para implementarla. Y en cuanto a la represión que opera a base de sanciones a los infractores, parece que en Neiva, tanto la Secretaría de Tránsito en la solución del caos vehicular, como en el Datma en el caso de las basuras y desechos, son históricamente organismos de precarios resultados, ineficientes y poco comprometidos con el futuro de la ciudad. En cuanto lo denunciado por este periódico en relación con las escombreras, no es la primera vez que la prensa local lo denuncia. Aparecen las disculpas y las promesas de los funcionarios, pero el problema está ahí y seguirá ahí si el Alcalde Pedro Suárez no interviene. Quién entiende que mientras a comienzos del año pasado se decía que las escombreras ilegales eran alrededor de 50, la cifra es ahora de 107. El problema se acrecienta, pero el Datma parece que voltea a mirar para otro lado.