Mateo Trujillo
Estimado Froilán, Obispo de Neiva:
Hace poco leí su artículo en donde se refiere al grupo de ciudadanos que vienen incansablemente tratando de defender los últimos humedales que quedan en Neiva como “caterva de ignorantes”. Caterva significa “multitud de personas o cosas consideradas como conjunto de poco valor e importancia”. Por la estima que le tengo, quisiera pensar que usted no sabía bien la acepción de la palabra o la utilizó a la ligera sin querer despreciar a estas personas. Asumo que no se encuentra en el mismo grupo de líderes prepotentes del Huila como el Representante a la Cámara que esta semana trató a un periodista de “mediocre y fracasado”.
Si no defendemos y protegemos urgentemente por todas las vías el medio ambiente, nos lleva el que sabemos. Eso incluye el ordenamiento legal, el cual ha evolucionado para reconocer los derechos de la naturaleza.
Ese es el mensaje de urgencia que han transmitido no solamente los científicos, sino también del Papa Francisco en su encíclica Laudato Si’. En ella cuestiona con vehemencia el antropocentrismo despótico que en muchas ocasiones ha llevado a entender que el ser humano es el centro del universo y que se puede desatender de las demás criaturas.
Cada vez es más claro que esa visión antropocéntrica ha sido en gran medida la causante de la actual crisis ecológica que puede llevar a la extinción de la vida en el planeta. Estamos ante un cambio de paradigma y eso puede causar molestia como, por ejemplo, cuando Copérnico propuso que era la tierra la que giraba alrededor del sol, y no lo contrario que se consideraba más acorde a las interpretaciones de la Biblia en ese momento. A Copérnico y a sus seguidores los trataron también de ignorantes y tontos. Hoy sabemos que los ignorantes eran otros.
Usted y yo tuvimos el privilegio de obtener títulos y acceder quizás a un mayor cúmulo de conocimiento que una gran parte de huilenses, pero ambos sabemos que la sabiduría no tiene nada que ver con pergaminos. En estas personas sencillas con diferentes saberes, ocupaciones y edades, yo veo “pobres en espíritu” que tienen hambre y sed de justicia, que en medio del sol o la lluvia por amor sacan horas de su jornada de trabajo o sueño para defender lo que deberían estar defendiendo todos los neivanos: los últimos brotes de naturaleza en la ciudad. Una ciudad que si no reacciona va a padecer grandemente los efectos del cambio climático ¡Ojalá todos estuviéramos apoyándolos y agradeciéndoles su lucha!