Marco Fidel Rocha Rodríguez
Ante el número de candidatos presidenciales que tenemos, estábamos esperando un cúmulo de soluciones a los problemas que tenemos, pero a pesar de ese gran número de intelectuales que aspiran a manejar nuestra patria a dirigir los destinos de Colombia hasta la fecha es poco o nada lo que hemos recibido a parte de la ya acostumbrada gritería , las ofensas y falsas acusaciones que ponen al descubierto la manifiesta despreocupación por los problemas que hoy en día tenemos y la falta de programas para solucionarlos.
De continuar las cosas así, estos aspirantes no pasan de ser actores de shows orquestados para la grosería y la patanería y nunca nos darán la oportunidad de medir sus capacidades, el conocimiento que ellos tienen sobre las problemáticas de país y las soluciones que ellas demandan en forma inmediata . Los señores candidatos están perdiendo una oportunidad única para demostrar su interés en buscar salidas lógicas y aplicables a los problemas sociales y económicos que tenemos y ser considerados dignos candidatos a la presidencia de un país que hoy más que nunca necesita de líderes sin intereses personales y pasionales y si por el contrario lideres dispuestos a servir a los colombianos y dar soluciones creativas en el menor tiempo posible.
Ignorar y callar sus intenciones de gobernar, es una muestra clara de que nunca habíamos atravesado una crisis tan grave de liderazgo como la que estamos pasando en estos días.
Lo menos que pueden hacer a partir de hoy, es dedicarse a buscar las soluciones a los problemas que reclamamos con justicia , abandonar los libros de sinónimos y antónimos de la grosería , bajar el tono de voz y si les queda tiempo, repasar la cartilla de Carreño.
Colombia, es un país digno de admiración, de respeto y de líderes que busquen detener los desequilibrios y atentados contra toda la sociedad que se vienen haciendo de tiempo atrás y lo vemos claramente reflejados en investigaciones realizadas por la fiscalía en los últimos meses.
Este bello país no puede ni debe soportar que un aspirante a la Presidencia de la Republica brille por el irrespeto a las masas, por los falsos testimonios, por la mentira y por el desmedido tono de voz. Hoy en día ningún escenario es respetado como si se veía en el pasado que algunos recintos eran debidamente respetados y quienes a ellos asistían brillaban por su rico vocabulario, respeto al dirigirse a sus contendores y por sus brillantes y acertadas propuestas de ley que concebían.
Que bueno sería volver a esos días y a esos dignos personajes.