Hace unos días, los niños, niñas y adolescentes de las instituciones educativas tuvieron la oportunidad de participar en la construcción colectiva del Plan Nacional de Desarrollo-PND 2022-2026, según la metodología adoptada por el Departamento Nacional de Planeación y hablarle al Presidente sobre sus necesidades. El lema con el que se les motivaba a participar desde las instituciones educativas lo constituía: “Mi territorio bonito”. Es decir, l@s niñ@s tenían que dar respuestas a tres planteamientos para lograr el cambio esperado. Primero, el cambio que necesitamos a nivel familiar. Debían responder la pregunta: ¿Qué es lo que más me gusta de mi familia? y ¿Qué le mejoraría? No se imaginan la diversidad de respuestas a estos dos interrogantes. Con toda la naturalidad reconocían las cosas maravillosas sobre lo que significa una familia, pero también las cosas que deben cambiar o mejorar. Sobre todo, el nivel de violencia intrafamiliar y mayor afecto, atención y cuidado en los niños. El segundo bloque de cuestionamiento estaba relacionado con el cambio a nivel escolar. Es decir, ¿Qué es lo que me gusta de mi colegio y de la educación que recibo? y ¿Qué le mejoraría?
Interesante cómo los niños, no despotrican de la educación que reciben en sus diferentes instituciones educativas de la ciudad, pero sí de la adecuación que las mismas requieren (aire acondicionado, ventiladores, escritorios, equipos para conectividad en el aula, baterías sanitarias, mayor limpieza, sitios de esparcimiento, canchas, menos tiempo de clase y más recreo, etc.). En tercer lugar, debían repensar sobre el cambio que se necesita a nivel comunitario con las siguientes preguntas: ¿Qué es lo que más me gusta de mi comunidad, vecindario, barrio? y ¿Qué le mejoraría? Al respecto, los niños también tienen una percepción clara de su entorno. Los lugares que les gusta y no. Pero en particular, en lo que mejorarían con urgencia. Entre ello, los temas de inseguridad, drogadicción, luminosidad, mayor movilidad de personas en las calles pues al parecer sólo pueden transitar vehículos y no los individuos, vías en mal estado, manejo eficiente de la recolección de basuras, entre otros aspectos. Cómo cuarto, se les invitaba a cuestionar sobre el municipio o la ciudad y sobre ¿qué le mejoraría? Y sus respuestas, también con un gran sentido de pertenencia. Mejorarían en cultura ciudadana, educación ambiental, niveles de violencia, cero asesinatos, no hurtos callejeros, cero contaminación visual y auditiva, mayor nivel de tolerancia, etc. Abordadas estas reflexiones en el aula, los niños debían sentirse cada uno por un momento como si fuera el Presidente y manifestar, incluso por escrito a nivel de discurso que harían. Entonces, cada niñ@ tenía que decir: Si yo fuera Presidente a nivel familiar promovería o haría…, si yo fuera Presidente a nivel escolar, haría o promovería…. Si yo fuera Presidente a nivel comunitario haría o promovería lo siguiente…., si yo fuera Presidente haría a nivel de mi ciudad o municipio haría o promovería……. Con esa inocencia durante la actividad, surgieron tantas ideas como niños participantes que los profesores en un momento determinado sentimos asombro. ¿Cómo lo sintieran los padres? ¿O más bien, los comprometidos con el desarrollo, entre ellos, Concejales y Alcalde?
Luego, se finalizaba la actividad, en la que cada niño hacía tres compromisos de cambio para lograr un territorio bonito. También, maravillosos compromisos surgieron. Todos ellos, con una mayor conciencia, que el cambio empieza desde casa. Excelente ejercicio, que debe replicarse para escuchar nuestros niños de la ciudad, y de su resultado, gestionar una ciudad bonita, un territorio bonito.