No era difícil imaginarse que el departamento de Huila, en sí, tuviera enemigos que pretendan desestabilizarlo más, en vez de estar haciendo patria. Cómo es posible que estén impulsando el voto en blanco si se sabe que éste no es un programa de gobierno sino la manifestación de un estado de inconformidad. Y que si éste llegara a imponerse, sería necesario programar nuevas elecciones con distintos candidatos, causándole al departamento una gran crisis y más gastos para elegir a un nuevo gobernador. Además, de llegar a beneficiar a los patrocinadores de éste esperpento, que se supone no reúnen las condiciones morales para ocupar dicho cargo, también se pone en riesgo la administración pública, porque parece que ya pasaron por aquí. El voto en blanco es legal, así lo dispone la Ley 1475, pero no soluciona nada, es sólo un cuestionamiento a cierta clase politiquera. Es decir, es como una Biopsia política que señala los principales tumores que carcomen nuestro país. Y cierto es, que estamos hartos de la política vagabunda, esa que ofrece mientras tanto y, después nos dá la espalda. De esa que le quita el pan a nuestras familias. De esa que siempre nos ilusiona con un futuro mejor, pero que nunca llega. Lo que necesitamos es un serio compromiso social que nos permita progresar con justicia. Por esto, no debemos darle la espalda a la lucha política, porque la conducta ciudadana permanente debe ser por una vida mejor. Con votar en blanco no se propone ninguna solución a tantos problemas. Pero sí puede votar por otros candidatos. Pero en éste caso particular, no es justo someter al departamento a más gastos innecesarios. Es cierto, los que manosean la política no tienen nada que dar, pero sí mucho que ofrecer, son algo así como cazadores de sombras. Ya los conocemos porque han estado desfilando hace mucho tiempo por la administración pública departamental, y sólo han dejado el rastro de su indelicadeza para manejar los dineros del Huila, aumentado el estado de pobreza y de miseria. Por eso estamos ubicados como uno de los departamentos más pobres de Colombia, con alto índice de enfermedades y de personas desplazadas, y no por falta de recursos los ha tenido de sobra y todavía los tiene, pero por falta de controles honestos, se van a llenar los bolsillos de los que sabemos. Son de los que piensan que es mejor construir un hospital en el fondo de un abismo que levantar un muro a la orilla del despeñadero. ¿Será que seguimos pensando como celio?