No callar, no asesinar la protesta

Alexander Molina Guzmán

 

Las extraordinarias manifestaciones pacíficas que se siguen desarrollando en todo el país, ya no sólo por el retiro del atraco al pueblo que era la reforma tributaria, sino ahora por el retiro de las reformas a la salud y al trabajo, son una prueba clara y contundente que la gran mayoría del pueblo apunta a pasar a “uso de buen retiro” al uribismo.

Pero estas grandes manifestaciones están siendo empañadas, atacadas, para callarlas y asesinarlas. Por grupos organizados de delincuentes que disfrazados de “manifestantes” roban cajeros, algunos locales de comercio, incendian, sin ningún problema ¿Por qué los organismos de seguridad no aparecen a tiempo para evitarlo? También están siendo documentada la manera como grupos de policías infiltran las marchas para provocar el “vandalismo” y tirarse la esencia de las manifestaciones que es por “paz, vida, democracia, contra las reformas del gobierno nacional y la represión a la protesta social”. Y lo más lamentable es que también grupos de policías, sin portar ya sus números de identificación, están disparando contra la población civil y llevándose a otros, y eso ya son acciones sicariales que empañan toda esa institución; súmenle a eso, que el ejército ha enviado, como en Cali, a tanques y sobrevuelan ciudades hostigando y atacando a la población. Miren una cosa: las bases de la policía, del ejército, son de la gente pobre de este país que van engrosar esas filas porque no vieron otra oportunidad mejor, pero hoy los dueños del poder de vuelta los envían armados hasta los dientes para atacar a la misma población de la cual salieron. Sin embargo, hay policías que no están dispuestos a ser utilizados para irse contra su propia clase y prefieren hasta renunciar. “Renuncio a la Policía, no me metí a la institución para masacrar”, fueron las palabras del patrullero Denilson Scott González, quien renunció públicamente a la institución. Hay que valorar cuando las fuerzas armadas defienden a la población, pero cuando saca su lado más oscuro y hace el trabajo sucio que el establecimiento quiere, eso es inaceptable.

Y en estos momentos la sociedad le está haciendo un llamando a la prensa realmente justa y libre, para que no se preste más en desviar la esencia de las manifestaciones con los grandes titulares sólo de “vandalismo”, “la ciudad en caos”, “ataque al comercio”… y los ligan de una u otra forma con las inmensas manifestaciones pacíficas. Eso no es justo y no le hace el honor a la verdad.
Hoy, la comunidad internacional está pidiendo lo mismo: que no callen, ni asesinen la protesta en Colombia.

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