El levantamiento de la obligatoriedad del tapabocas en los espacios abiertos decretado esta semana por el Gobierno Nacional para los municipios en los cuales la cobertura de vacunación con esquemas completos supere el 70% de la población, no debe verse como el fin de la pandemia.
Debe interpretarse como una medida que se toma a raíz del comportamiento de la pandemia, que tras dos años deja casi 140.000 muertos en Colombia, la inmunidad natural y al avance de la vacunación.
Es evidente que las vacunas de las diferentes farmacéuticas han incidido en la letalidad del coronavirus, bajando ostensiblemente el nivel de hospitalizaciones y de ocupación de camas en Unidades de Cuidados Intensivos.
El no uso del tapabocas al aire libre constituye un avance, pero la ciudadanía debe tener en cuenta, por ejemplo, que según los médicos, no es recomendable retirar las mascarillas en personas mayores o pacientes con enfermedades graves. Incluso, se debe mantener el uso del tapabocas para personas que atienden al público o con oficios de alta exposición. Los médicos insisten, además, en no dejar de lado las medidas de bioseguridad como el lavado frecuente de manos y los distanciamientos. El tapabocas deberá continuar siendo usado en los espacios cerrados.
También es necesario que la gente se siga vacunando y que si ya se inmunizó, se aplique la dosis de refuerzo. Esto, finalmente, garantizará que se vuelvan a presentar olas de casos del virus. Neiva ha sido ejemplo nacional en materia de vacunación y ojalá, continúe por esa senda de protección sanitaria. En contraste, en algunos municipios del Huila la cobertura de vacunación sigue siendo baja.
Las autoridades de salud están en la obligación de mantener un monitoreo permanente sobre el comportamiento de la pandemia y el avance de la vacunación.