Por: Maritza Rocío López Vargas
En lo que va corrido del paro nacional, se ha venido haciendo uso de la protesta social como símbolo de la resistencia civil y como ejercicio inherente a la democracia, en ello no hay discusión. El asunto es que, en el marco de ésta, se viene registrando la obstaculización de vías nacionales de forma reiterada, cruzando esa delgada línea entre la libertad de expresión y la criminalización, toda vez que se olvidad que, los bloqueos no son un derecho establecido en la Constitución de 1991 por cuanto afectan la salud, el trabajo y la vida de los colombianos.
Además vulneran la integridad de otros, impiden la prestación del servicio de transporte público, la movilidad de las personas, genera desabastecimiento de alimentos en los hogares, impiden la entrega de complementos alimenticios a los niños del ICBF, el suministro de medicamentos, atención médica oportuna y suministro de oxígeno para quienes lo requieren, no permiten a los campesinos ni agricultores vender sus cosechas ni alimentar sus animales, llevan al aumento de la canasta familiar y combustibles necesarios para la movilidad. De igual manera afectan el orden público, generan tensiones entre las autoridades y actores sociales, obliga la intervención de la Fuerza Pública o del Esmad, conlleva a enfrentamientos, detenciones, heridos, ataques a ambulancias, impiden que las personas lleguen a sus lugares de trabajo, lleva a las empresas a parar su producción, aumenta las tasas de desempleo, crean conductas que transgreden los principios de legalidad, libertad de expresión y derecho a la protesta social.
Las justificaciones que hacen algunas personas frente a la permanencia de los bloqueos no tienen ningún sustento legal, tampoco deben estar por encima de los derechos de los ciudadanos. A nadie se le puede negar el derecho a circular de manera libre a lo largo y ancho del territorio nacional, tampoco someter a las personas a sentirse temerosas en sus propias residencias. Es preciso comprender que no debe hacerse uso exagerado, ni desproporcionado de la protesta social, tampoco hacer de ella el medio para incitar a la discriminación, la violencia o la hostilidad.
Urge encontrar consensos que permitan superar los difíciles momentos que atraviesa el país, para no permitir que el impacto sobre el desarrollo de nuestras regiones y del país resulte irreparable. Como ciudadanos debemos pedir que cesen los bloqueos, que no se actúe en contra de los mismos ciudadanos, esto sólo acrecientan la pobreza y la violencia. Ojalá los líderes de estos bloqueos escuchen el clamor de la ciudadanía, que pide el cese de los bloqueos y se llegue de una vez por todas a acuerdos, para no dañar más a las cientos de personas que tratan de sobrevivir y recuperarse de la fuerte recesión económica derivada de la pandemia del Covid-19.