Estas semanas no han sido fáciles para el rector de la Normal, el magíster Servio Tulio Mejía. Los días se le han ido entre atender las obligaciones propias de su cargo, asistir a los actos con las demostraciones de afecto de sus estudiantes y profesores, y, sobretodo, sentir tan cerca el día de su despedida, que no debe ser fácil después de 24 años al frente de una de las instituciones insignias de la ciudad, a la que le dedicó quizá los mejores años de su vida.
Sus compañeros le tienen preparada para hoy una despedida que incluye misa de acción de gracias, cena de gala y fiesta con orquesta. Durante su estadía como rector de la institución normalista, el profesor Servio Tulio se ganó el aprecio, el respeto y el cariño de la gente, no sólo por el manejo de su labor administrativa, sino por la calidad humana de su gestión, que, “al fin y al cabo, un rasgo inequívoco de su personalidad, en él es fácil escuchar, ayudar, tender la mano”, a decir del escritor Gerardo Meneses Claros, docente de la Normal.
“Siento que le he cumplido a la Normal, a Pitalito y a la educación de los jóvenes de esta región, muchos hoy haciéndole un gran aporte al desarrollo de la sociedad”, dice el Rector con la nostalgia de su partida.
La llegada
El magíster Servio Tulio Mejía venía de ser profesor en el Liceo de Santa Librada en Neiva, ciudad donde permaneció por espacio de 14 años. Había cursado sus estudios superiores en la Universidad de Nariño y de maestría en la del Valle, cuando se presentó al concurso para proveer cargos directivos. Ocupó el tercer mejor lugar y fue nombrado en la Normal de Pitalito, que por ese entonces dirigía, en calidad de encargado, el profesor Ismael Benavides.
Durante más de dos décadas, en las que la característica fue la transformación, no solo de la Normal, sino de su propia vida, asistió con su equipo de maestros al cambio de siglo, a los avances tecnológicos, las nuevas formas de contratación, metodologías y estrategias de enseñanza-aprendizaje, la reestructuración de las escuelas normales que para muchas significó su desaparición. Todo en la misma época.
“Hoy, al hacer el balance, el resultado es más que positivo. La Normal sigue siendo la cuna del arte y la cultura en Pitalito, al tiempo que marcha con las exigencias del nuevo siglo”, asegura.
Su perfil
Nacido en Funes (Nariño), el mayor de ocho hermanos, educado en colegio interno, amante de la música, buen lector, apegado a su familia y a sus costumbres, disfruta el cuy tanto como un buen bolero. Casado con Alba Alicia y padre de cuatro hijos: Claudia Yaneth, abogada; Héctor Mauricio, profesional en Música; Diana Carolina, diseñadora de modas, y Adriana Patricia, licenciada en Arte Dramático.
Desde los primeros años en la escuelita urbana de niños en Funes, o el colegio Salesiano de Pasto, se destacó como uno de los mejores estudiantes. Eso mismo aplicó en las dos universidades donde se formó profesionalmente, y fue lo que implementó también en la Normal de Pitalito.
Hoy a sus 65 años, entrega su cargo de Rector y deja a la Normal de Pitalito clasificada entre las mejores del país. La visita del Ministerio de Educación, su acompañamiento en los últimos años, le dieron la certificación para su funcionamiento como formadora de docentes desde el Ciclo Complementario. La sede central, en el barrio Cálamo, las escuelas afiliadas, tanto del sector urbano como rural, tuvieron durante su administración el apoyo y la cercanía de un Rector que supo administrar, pero sobre todo ayudar.
Hoy la Normal despide a su Rector, lo hace con la altura, con admiración y respeto hacia uno de los seres que mejor entendió el lema de la institución, “la virtud y la ciencia es el lema de la Normal”.