El pontífice expresó que “su corazón joven quiere construir un mundo mejor”, a horas del cierre de la Jornada Mundial de la Juventud.
El papa Francisco apoyó ayer a los jóvenes manifestantes que buscan cambios, y les pidió que se involucren en temas sociales y políticos como lo hizo Jesús, tras recientes protestas callejeras que sacudieron Brasil.
"Su corazón joven quiere construir un mundo mejor. Sigo las noticias del mundo y veo a tantos jóvenes que han salido a las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna", afirmó el papa ante dos millones de personas en la playa de Copacabana.
"Los jóvenes en las calles quieren ser protagonistas del cambio. Por favor no dejen que otros sean protagonistas del cambio", afirmó Francisco, en una oración que dio inicio a la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en la playa.
"Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diferentes partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro", añadió.
"¡No balconeen la vida, Jesús no se quedó en el balcón, se metió! ¡Métanse en ella como hizo Jesús!", afirmó el papa.
‘Dos millones’
Dos millones de personas se concentraron anoche en la playa de Copacabana para una vigilia en la que el papa Francisco leyó una oración, dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Cientos de miles son peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que acamparon toda la noche sobre la arena, a donde hoy el papa retornará para la misa de clausura de la JMJ.
Esta fue la tercera noche consecutiva que el primer papa latinoamericano congregó a un mar de gente en la playa de Copacabana, tras eventos el jueves y el viernes que juntaron a 1,5 millones de personas cada noche.
Un tocado de plumas indígena
El papa Francisco lució un tocado de plumas que le colocó una indígena de la etnia Pataxo sobre su solideo, y posó sonriente ante los fotógrafos en el teatro municipal de Rio.
El pontífice saludó a un grupo de indígenas Pataxo oriundo de Coroa Vermelha, cerca a Porto Seguro, donde se celebró la primera misa católica en Brasil, el 26 de abril de 1500.
Ubirai Pataxo, ataviada con una nariguera de madera y una falda de paja, colocó su tocado de plumas sobre la cabeza del papa Francisco, después que este la saludó calurosamente.
"Es un amuleto protector que vincula lo espiritual con la tierra. No hay mejor persona para lucirlo que el Papa", dijo la indígena a la salida del teatro.
Para entrar en el teatro, los aborígenes tuvieron que usar camisetas con el logo de la Jornada Mundial de la Juventud para cubrir sus torsos desnudos sobre su vestimenta tradicional. Al momento de subir al escenario para saludar al papa, los indígenas se deshicieron de las camisetas.