La Nación
COLUMNISTAS

Ojalá sea un feliz año

Las exclamaciones ¡Feliz Navidad y Feliz Año!, que tradicionalmente se pronuncian en estas festividades, por lo general se expresan por costumbre al convertirse en manifestación cultural en la inmensa parte de los habitantes de la tierra. Por esa misma circunstancia muchas veces la “deseamos” de manera insincera. Como simple cumplido.

Por ejemplo, cómo acertar esta noche a las l2 y los días y semanas siguientes, en el anhelo de exteriorizar tal felicidad  si la realidad será otra. Como nunca había ocurrido,  a los colombianos todos, con excepción de las clases adineradas, lo que nos espera será una prolongada época de angustias económicas, de endeudamiento para la adquisición del mercado, de las compras básicas, o requeridas en los imprevistos, de apretones, de restricciones ¡hasta con el papel higiénico  y las toallas para el uso íntimo femenino! Y todavía el Gobierno niega que vamos por el terrible camino hacia el comunismo que acabó con la tranquilidad de los venecubanos. Por donde se le mire; en cualquier sector, en las distintas actividades, si antes se presentaban situaciones difíciles, la que llega será lo inimaginable. Lo que cualquier persona, desde la humilde, hasta la del buen nivel social no entiende, es cómo los congresistas que apoyaron semejante ardorosa “clavada” de impuestos, pensaron únicamente en el deleite que les da la “mermelada” por poco tiempo y que ellos y sus familias van también a ser víctimas de la soga que nos ha puesto en la garganta el Presidente que se comprometió a que durante su Administración  no habrían más carga tributaria. A propósito, durante la entrevista que le hicieron al nuevo presidente de lo que convirtieron los corruptos al hoy famélico Partido Conservador, Hernán Andrade, en la sección “Pregunta Yamid” del Noticiero CM& del miércoles anterior, dijo que el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría, el mismo que tiene una variedad de asuntos por explicarle al país, está dentro de sus cuentas como futuro candidato presidencial. Esto da la dimensión de la valoración que se está dando precisamente a los antivalores. Es la consecuencia de la pérdida total de la sindéresis y de la responsabilidad, no solo política, sino patriótica. Qué tal entregarle el rumbo de la nación al verdugo en materia económica del pueblo colombiano.

Todo lo anterior, para no repetir lo que igualmente nos espera con el posicionamiento en toda la geografía de la guerrilla habida de convertir a la Patria en otras desesperadas Cuba y Venezuela. Quiera Dios que esta vez resulte cierta la unánime   expresión ¡Feliz Añoooo!