Onerosa protesta. Por Germán palomo García

El paro cafetero ha superado los cálculos sobre el impacto en la economía nacional no solo en cuanto al costo de paralizar el mercado sino también en la propia institucionalidad de los cafeteros que amenaza con una división que causaría un verdadero cisma no deseable. Mal queda el gobierno nacional pues nunca le puso atención a esta posibilidad a pesar de que los indicadores señalaban que con el comportamiento de los precios internacionales, la revaluación y la tendencia a la baja del precio interno de la carga de café  sin solución aparente, arreciaba los vientos de paro. Muy curioso que esto se haya presentado cuando en el alto gobierno están conocedores del negocio cafetero como el propio presidente Santos, representante por Colombia en Londres por varios años; el Ministro de Hacienda, hijo de un ex-gerente por muchos años de Federacafé y el actual Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo Salazar, reciente candidato al cargo que hoy ostenta Luis Genaro Muñoz y que, al parecer, fue el propio presidente Uribe quien lo vetó. Las cuentas son muy claras: Costos superiores a los ingresos (859.000 Vs. 502.000 respectivamente). Así ningún negocio se sostiene por lo que la respuesta del gobierno debe procurar cerrar esa brecha. Para ello echó mano del subsidio incrementándolo de manera diferencial de acuerdo con el tamaño de las fincas cafeteras. Sin embargo, el paro continúa resultando tardía e insuficiente  la propuesta a pesar de haberla aceptado la Federación, lo cual preocupa. Como también preocupa que las posiciones se vean radicales pues para los cafeteros la única solución es el restablecimiento de los precios de sustentación algo imposible por razones fiscales y porque generaría una reacción en cadena de todos los productores agrícolas. Sería como desenterrar al Idema que ya sabemos por qué murió. Soy partidario de que se piense en una revisión seria y a fondo de los precios de los insumos y demás factores que afectan la competitividad del café como los insumos que resultan más costosos aquí que en los otros países. Los aranceles se pueden modificar como también generar incentivos por resultados (del cuero salen las correas, decía mi papá). Yo creo que la demostración de los cafeteros al gobierno ha sido una dura lección que deben aprender. Por lo menos los cacaoteros pescaron en río revuelto. ¿Y los camioneros?

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