El impactante resultado de las más recientes operaciones militares del Ejército y la Aviación colombianos contra la guerrilla, debería producir un punto de quiebre en el contexto en que se mueven los grupos armados ilegales, y obligarlos a replantear su visión marcadamente guerrerista. El impactante resultado de las más recientes operaciones militares del Ejército y la Aviación colombianos contra la guerrilla, debería producir un punto de quiebre en el contexto en que se mueven los grupos armados ilegales, y obligarlos a replantear su visión marcadamente guerrerista. Los golpes propinados por nuestras FFMM han llegado justo después de un enorme revés, con once soldados como víctimas en Arauca, y en momentos en que el país empezaba a inquietarse por la inseguridad. Los golpes de la ‘operación Armagedón’ con 36 muertos en las filas guerrilleras, deben ser vistos por el país como un inevitable resultado para aquellos que persisten en la vía del terrorismo, la amenaza y el uso indiscriminado de armas y explosivos tanto en contra de los representantes del Estado como de la misma población civil. Los resultados de las dos operaciones demuestran la alta precisión, la tecnología y la sincronización de todas las fuerzas para propinar golpes de acto impacto. Esa es una ventaja estratégica que generaría una nueva dinámica del conflicto armado. Pero además, representa un impacto psicológico entre quienes persisten en la lucha armada. Quienes cayeron en estas acciones legítimas de la Fuerza Pública escogieron, equivocadamente, una ruta en contra de sus congéneres e incluso de sus mismas familias; le apostaron a una vía que ya en la inmensa mayoría del mundo está desueta. No se espera, por supuesto, una declaración de derrota ni de sometimiento de las Farc frente a este impactante golpe, uno más de tantos de los recientes años. Al contrario, lo más probable es que reaccionen como casi siempre, de manera altisonante, retadora y con ínfulas de más intención guerrerista. Y que pongan en duda la liberación unilateral de los últimos secuestrados en poder de las Farc, al parecer, en la misma zona, donde se desarrollaron las operaciones. Pero no sobrará en ningún momento expresar la ilusión y la esperanza de que estas acciones en su contra, y la posición conciliadora que ha mostrado el presidente Juan Manuel Santos, sujeta en todo caso a estrictas condiciones, les lleve a los sobrevivientes jefes guerrilleros a plantearse la posibilidad de darle una vuelta a esa puerta de la paz y la reconciliación. No le estamos apostando a una aniquilación, ni la mayor parte de los colombianos querrá que ese sea el fin; normalmente los conflictos terminan con supervivientes, pocos o muchos, que entienden finalmente la equivocación de persistir en la lucha fratricida. Pero de ellos dependerá porque el Estado, en todo caso, estará obligado y con toda legitimidad a combatirlos, capturarlos o producirles la muerte. La puerta de la paz tiene cerraduras, pero podrían llegar a tocarla en algún momento, antes de que sea demasiado tarde. “Los resultados de las dos operaciones demuestran la alta precisión, la tecnología y la sincronización de todas las fuerzas para propinar golpes de acto impacto. Esa es una ventaja estratégica que generaría una nueva dinámica del conflicto armado”. Editorialito Se acerca la celebración de los 400 años de la capital huilense y su estado es desastrozo. Sus calles, el rostro urbano, siguen demacradas y marchitadas por enormes cráteres. Y parece que nadie reacciona.