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Palabra de vida, En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. Por el Padre Elcías Trujillo Núñez

Hoy la liturgia nos ofrece la posibilidad de reafirmar una dimensión esencial de nuestra vida: el sentido del misterio. La experiencia cristiana es una experiencia espiritual, en la que los sentidos no son desactivados, sino transfigurados por el Espíritu, equipados para soportar el viaje hacia el misterio. Especial LA NACION « Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban ».  (Juan 28,16-20) Hoy la liturgia nos ofrece la posibilidad de reafirmar una dimensión esencial de nuestra vida: el sentido del misterio. La experiencia cristiana es una experiencia espiritual, en la que los sentidos no son desactivados, sino transfigurados por el Espíritu, equipados para soportar el viaje hacia el misterio.  En la Biblia no aparece por ningún lado la palabra “Trinidad”, pero sí lo que significa: Dios es sólo uno; y es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Con este término de “Trinidad” no se expresa uno más de los atributos de Dios, sino la constitución de su esencia misma. ¿Cómo Dios siendo uno es tres? ¿Cómo tres pueden ser uno? El cristianismo puede dar la impresión para el alejado de ser una fe complicada, llena de explicaciones a medias, de misterios cuya profundidad todavía en el camino de la vida es poco menos que inaccesible. No me extraña por tanto dos reacciones muy humanas que se dieron en este evangelio de san Mateo. Dice el evangelio que los discípulos reaccionaron de dos maneras: “le adoraron”.- Descubrir la grandiosidad de Dios siempre produce adoración.  Pero no todo es grandiosidad y hermosura. El evangelio nos devuelve casi en la misma línea al realismo diciendo: “pero algunos dudaban”.- Incluso entre los que adoran puede haber quienes duden. La debilidad y la vacilación no significan que la fe no sea sincera. Las dudas se repiten constantemente en los seguidores de Jesús.  Por el texto podemos comprobar que los discípulos no estaban inclinados a la credulidad ni a sufrir alucinaciones, sino que primero quisieron tener pruebas seguras de la verdad, para adherirse después a ella de todo corazón.  Las personas nos movemos en nuestra existencia terrena en estos dos parámetros: adoración y duda. Tener dudas no es malo; lo malo es no encontrar la respuesta que Dios nos da a cada una de ellas. Descubrir al Padre al Hijo y al Espíritu Santo actuando en nuestra vida, es la mayor aventura espiritual que puede hacer un ser humano en todo el caminar de su existencia. Dejarse llenar por Dios es la mejor manera de seguirle. Descubrir esto en nuestra vida de creyentes es dejar que sea Dios mismo quien nos guíe. El Padre es Dios por nosotros. El Hijo, Dios con nosotros. El Espíritu Santo es Dios en nosotros. El evangelio termina con la promesa de Jesús de que estará siempre con nosotros hasta el fin del mundo: ¿Cómo podemos experimentar esta realidad en nuestro momento histórico?  ¿Le parece difícil todo esto? Le invito a no preocuparse. Cuando se está en la orilla de un río o del  mar y se quiere saber lo que hay al  otro lado, lo más importante no es agudizar la vista y tratar de otear el horizonte, sino subirse a la barca que lleva a esa orilla. Con la Trinidad, lo más importante, no es elucubrar sobre el misterio, sino permanecer en la fe de la Iglesia, que es la barca que lleva a la Trinidad. Nota: Felicitaciones a nuestros Campesinos en su día. Sugerencias al e mail elciast@hotmail.com