Por: Eduardo Gutiérrez Arias
El actual conflicto Palestino Israelí tuvo su origen en las manifestaciones del pueblo palestino protestando por el progresivo despojo de sus tierras por colonos judíos que fueron reprimidas violentamente por la policía de Israel con saldo de muchos heridos generando una respuesta militar de Hamas, la organización político militar de los palestinos. Los ocho días de guerra generaron 250 muertos, la inmensa mayoría civiles y de ellos 70 niños, por los bombardeos del ejército israelí contra la Franja de Gaza donde habita el pueblo palestino. Los israelitas sólo tuvieron 5 muertos por las bombas dirigidas por Hamas a su territorio. Esto les ha permitido declararse como vencedores. Pero la ONU ha condenado esta agresión contra el pueblo palestino en los siguientes términos “Las Fuerzas de Seguridad Israelí deben permitir y garantizar el ejercicio de las libertades de expresión, asociación y reunión. Ninguna fuerza debe ser utilizada contra aquellos que ejercen estos derechos pacíficamente”.
La propia ONU, con el impulso de las potencias de occidente, fue la promotora del Estado de Israel en 1948, arrebatándole territorio a Palestina, bajo el principio de “un territorio y dos Estados” que no ha funcionado porque Israel no acepta un Estado Palestino. Es paradójico que un pueblo que vivió en la diáspora durante más de 2.000 años y que durante ese tiempo supo mantener su cultura, su religión, su idioma y su sentido de nación, de cuyo seno han brotado algunos de los investigadores más famosos de la ciencia moderna como Carlos Marx en la economía y Albert Einstein en la física, esté aplicando los mismos métodos que contra ellos aplicaron los nazis durante la segunda guerra mundial, ambos nutridos por el nacionalismo extremo que en el caso de Israel se ha llamado sionismo.
Una parte de la tragedia que ha vivido el pueblo colombiano con tanta violencia política, crímenes, masacres y ocho millones de desplazados, se la debe a asesores militares israelitas como Rafi Eitan y Yair Klein, traídos en la segunda mitad de los años 80, el primero al parecer por decisión del presidente Virgilio Barco para enfrentar la guerrilla pero cuya propuesta fue organizar un plan de exterminio contra un partido legal, la Unión Patriótica. El segundo fue traído por los hermanos Castaño, según parece por recomendación de terratenientes como Álvaro Uribe Vélez, para organizar y entrenar los grupos paramilitares del país, especialmente en el Magdalena Medio. De manera que el fascismo en Colombia no prosperó con la asesoría de discípulos de Hitler sino de los hijos de sus víctimas judíos.