El 35% de la población huilense ha reducido la calidad, cantidad y variedad de los alimentos, u omitido comidas; mientras un 8% ha experimentado hambre, alertó el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp), en su más reciente estudio que revela el impacto de la COVID-19 sobre la seguridad alimentaria en ocho territorios de cuatro países.
Lucía Sánchez
Una fuerte disminución del poder adquisitivo de los hogares producto de la destrucción de empleo, así como el aumento en los precios en la coyuntura de la pandemia, son solo algunos factores que inciden para que un 43% de los huilenses padezcan alguna forma de inseguridad alimentaria, según alertó el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp).
En su más reciente estudio Rimisp reveló el grave impacto de la COVID-19 sobre la seguridad alimentaria en 8 territorios de cuatro países latinoamericanos (Colombia, Ecuador, Guatemala y México) en donde la pandemia amenaza el acceso de los hogares a una alimentación saludable y suficiente. Para el caso de Colombia los departamentos en estudio fueron Huila y Nariño.
Respecto al Huila la investigación arrojó alarmantes hallazgos, entre estos, que durante la pandemia el 35% de la población opita ha padecido inseguridad alimentaria moderada, es decir, que ha desmejorado la calidad de los alimentos, así como reducido su cantidad y variedad, o aún peor, ha ‘saltado’ comidas; mientras un 8% de los huilenses ha sufrido inseguridad alimentaria severa, en otras palabras, experimentado hambre.
Con base en los anteriores indicadores, según el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, un 43% de los huilenses padecen alguna forma de inseguridad alimentaria, la cual se agudizó a raíz de la COVID-19.
“En el Huila encontramos un decrecimiento del 60% en los ingresos de los hogares comparado con el año anterior, lo cual es consecuente con que el 43% de los hogares encuestados presenten alguna forma de inseguridad alimentaria”, afirmó Carlos Córdoba, director para Colombia del Rimisp.
Huila vs Nariño
Según el estudio, la inseguridad alimentaria es muy similar entre Nariño y Huila (los dos territorios colombianos en estudio) con una proporción levemente mayor para el primero en la inseguridad alimentaria grave.
“Sin embargo, las diferencias entre las áreas urbanas y rurales están más marcadas en Nariño, pues el 53% de sus habitantes rurales están en inseguridad alimentaria de moderada a severa comparado con el 42% del Huila”, indica el informe de Rimisp.
De acuerdo con el análisis de la investigación, en principio, estas diferencias se deben a que “Nariño tiene una proporción mayor de población rural (50% comparado con un 40% del Huila), tiene menor vocación agropecuaria, concentra una alta importancia de la pequeña agricultura con 2 cultivos principales: la papa y el plátano que han sido especialmente sensibles a la caída de la demanda por parte de las zonas urbanas”.
“Esto es importante pues en el Huila, el principal cultivo es el café, el que ha podido mantener precios estables y en donde se ha garantizado que los productores pudieran operar en condiciones relativamente favorables. Además de ello, y a pesar de tener 4 ciudades y un porcentaje importante de municipios intermedios, Nariño está menos conectado con los municipios rurales y dispersos que el departamento del Huila. Así pues, los resultados observados son una combinación de las condiciones de inicio de la crisis y de la respuesta que se ha dado a la misma”, explican los investigadores.
Así pues, a excepción de los territorios ecuatorianos, la prevalencia de la inseguridad alimentaria es significativamente mayor en las zonas rurales, resalta Rimisp.
Análisis de territorios
“Los resultados de la encuesta arrojan cifras alarmantes en los 8 territorios comprendidos en este análisis de coyuntura, aunque con diferencias notables. En 5 de los territorios, aproximadamente 1 de cada 2 hogares experimenta inseguridad alimentaria moderada o severa indicando que en los 3 meses previos a la aplicación de la encuesta la mayoría de los hogares comprometió la calidad y variedad de los alimentos, redujo las cantidades o número de comidas, incluso llegó a sentir hambre por falta de recursos”, detalla el estudio.
Por otro lado, también se puede observar en la investigación el impacto de la desigualdad de género en la alimentación de los hogares, ya que aquellos hogares con jefatura femenina presentan niveles más altos de inseguridad alimentaria. “Factores estructurales como las mayores tasas de pobreza entre mujeres… y factores coyunturales tales como la mayor afectación de la pandemia al empleo predominantemente femenino y a la sobrecarga de trabajo, ayudan a comprender el origen de la brecha observada en los territorios de Colombia, Ecuador y México entre hogares según el sexo de la jefatura”, explica Rimisp.
En estos países, la prevalencia de la inseguridad alimentaria entre los hogares bajo liderazgo femenino es entre 8 y 11 puntos porcentuales mayor.
Acceso a los alimentos
Más allá de las cifras, estos resultados reflejan territorios donde la falta de dinero es una preocupación diaria para la mayoría de los hogares, que se ven obligados a reducir la cantidad de las comidas y su variedad, comprometiendo el desarrollo óptimo de sus miembros. Existen distintos factores que contribuyen a que la alimentación sea una preocupación en muchos hogares, entre los que destacan la falta de ingresos y el alza en los precios de los alimentos, advierte el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural.
En el Huila, según el estudio, la mayor preocupación de los hogares es porque los ingresos no alcanzan, o los precios de los alimentos han subido.
En este sentido, los resultados de la investigación apuntan a una fuerte afectación de poder adquisitivo en una gran proporción de los hogares, que han visto sus ingresos disminuir y han perdido perceptores de dinero entre sus miembros.
“En términos de la reducción de ingresos, en todos los territorios, alrededor del 60% de los hogares reportan recibir menores ingresos que
antes de la pandemia. La pérdida de ingresos está estrechamente relacionada con la destrucción de empleo por la reducción o incluso cese total de muchas actividades económicas, especialmente en el sector servicios”.
Cambios en la dieta
La importante caída del poder adquisitivo de los hogares, marcada por un fuerte desplome de los ingresos y una tendencia al aumento de los precios, han incidido fuertemente en la inseguridad alimentaria de los hogares.
Una alta proporción de los hogares de los territorios en estudio, experimentan inseguridad alimentaria moderada o severa, implicando una reducción de las cantidades y de la diversidad de los alimentos, así como, en los casos más graves, reducción del número de comida o incluso la inanición durante días completos. “Así, es posible observar una tendencia hacia el empeoramiento de la dieta con una reducción del consumo de carne, pescado, frutas y verduras frescas, mientras se aumenta el consumo de productos preparados o envasados”, revela la investigación.
Cabe destacar que una proporción no menor de los hogares también ha recurrido a la compra a crédito para financiar el abastecimiento familiar de alimentos, siendo esto una estrategia de contención del impacto en el corto plazo, pero de carácter poco sostenible y que puede derivar en un agravamiento de la situación de los hogares y local en el futuro.
Carlos Córdoba, director para Colombia del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp), expresó que estos resultados son un aporte para que el Gobierno Departamental focalice esfuerzos en garantizar la seguridad alimentaria en el marco de la pandemia. Por ejemplo, “los hogares con jefatura femenina junto con los rurales se encuentran desproporcionadamente expuestos a los impactos de la pandemia en el mercado laboral, la pérdida de ingresos y azotados por una mayor inseguridad alimentaria”, indicó.
Por su parte, el secretario de Agricultura del Huila, Dilberto Trujillo, manifestó que “es preocupante que tengamos un 35% de inseguridad alimentaria moderada y 8% severa, estamos pasando una grave situación en este tema, que fue agudizado por la pandemia”.
“Hay varios factores que inciden es estos resultados, el desempleo, depender del monocultivo del café, así como el impacto del conflicto armado. Nosotros estamos acompañando un proyecto de seguridad alimentaria para volver a tener las huertas caseras tanto urbanas como rurales”, complementó el funcionario.