Por: Froilán Casas Ortiz
Cuando a un niño se le suministra todo, nunca aprenderá a defenderse, tendrá una formación enclenque y no podrá asumir los retos del diario vivir. Los padres le hacen mucho mal a sus hijos cuando no les enseñan a luchar y a conseguir las cosas con esfuerzo y constancia. Cuando uno nace, lo primero que hace es llorar, empieza la lucha de la vida. Dentro del líquido amniótico todo lo daba la madre, ahora, a respirar por cuenta propia. Solo así irá creciendo normalmente. Nosotros llevamos doscientos años de independencia y, todavía seguimos siendo dependientes; sencillamente hemos cambiado de amo. Las políticas asistencialistas de todos los gobiernos que dicen luchar contra la pobreza, han dado resultados negativos. No hemos querido aprender el ejemplo de los países que siendo pobres en recursos tienen economías estables y sólidas, como Japón, Finlandia, Singapur, Nueva Zelanda, Suiza, etc. Israel, un país tan pequeño, hace del desierto un vergel. ¿Cuál es el secreto? Trabajo productivo, así de sencillo. La demagogia de muchos líderes políticos es lanzar a todos los vientos discursos incendiarios y llenos de promesas y en llegando al poder, repiten los errores que otrora criticaban.
Mientras no cambiemos el disco duro, toda la vida seguiremos siendo pobres. Pareciera que hay que mantener los cordones de miseria para manejar las conciencias de los electores. Mientras no se satisfagan las necesidades básicas, el voto será estomacal y en río revuelto, ganancia de pescadores. A lo largo de décadas se ha gastado del erario ingentes sumas en favor de los programas sociales; por favor, ¿Cuáles han sido los resultados? Cada día más pobres. La voracidad por comerse el dinero de los impuestos que tributamos los colombianos que trabajamos de sol a sol, no tiene límites. El avariento y el ambicioso no conoce fronteras. Hay funcionarios que llegan con hambre atrasada, ningún recipiente los llena. Para qué más reformas tributarias, basta que se erradique la corrupción y optimizando los recursos, tendríamos dinero para todos los programas. Un Estado benefactor es una muestra de la injusticia estructural de las instituciones y de la legislación. Por favor, no sigamos dando pescado, enseñemos a pescar. ¿Por qué tanto despilfarro? Lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta. El funcionamiento, sobre todo en las entidades del Estado, se traga casi todo el presupuesto.
Un Estado burocratizado es un Estado proclive a la corrupción. Las plantas de personal deben achicarse y hacerse eficientes. Política clara: empresa estatal que no dé resultados, privatícese y aplíquese una nueva reingeniería. A mí no me interesa si la empresa es pública o privada: lo importante es que me atiendan bien, para eso pago. ¿Qué no se paga? Si algún servicio es “gratis”, alguien lo ha pagado. Los programas sociales, ¿quiénes lo pagan? Quienes pagamos impuestos. ¡Cómo se despilfarra el dinero público! ¿Quiénes son los que más protestan? Los que están recibiendo un salario del Estado. Buena fórmula: bravos con la marrana pero con la morcilla no.