Pasividad opita. Por Miguel Ángel Tovar

Sorprende la capacidad de indiferencia de los huilenses. Tenemos un puente que aísla a cinco municipios  y el resto… como si no perjudicara la infraestructura vial de la región. Màs de la mitad de la población vive de la informalidad y convivimos como algo  normal. Durante treinta años se desperdiciaron las regalías y nos resignamos que pequeños grupos  se lucraran de ellas, impidiendo la modernización y el desarrollo regional. Los procesos judiciales se prolongan en el tiempo poniendo a salvo de la justicia a los responsables, y el Huila como si nada. Así la mayoría termina tolerando la corrupción y conviviendo con la impunidad. Por eso asombra gratamente la presencia de un grupo de niñas del Colegio de La Presentación, que  salió a protestar de manera ejemplarizante, contra las arbitrariedades de El Quimbo, la forma como los opitas hemos venido perdiendo nuestros recursos naturales y la indiferencia  con que hacemos respetar los pocos recursos públicos que nos quedan. Ese acto nos señala la misión de los colegios públicos y privados  de formar ciudadanos activos, autónomos, sujetos de derechos y deberes. ¿Estará el sistema educativo del Huila formando verdaderos ciudadanos? El director general de los Jesuitas, padre Francisco de Roux, decía con motivo de los 5 siglos del descubrimiento: “Llevamos 500 años formando feligreses, pero descuidando la formación del ciudadano”. Cuando Antonio Nariño escapó en  Cádiz con la ayuda de masones españoles, le hizo llegar al rey una carta recalcándole su papel de esposo, padre y ciudadano, título acogido en la declaración de 1789, que elimina la calidad de vasallos, súbditos y fieles al monarca. Le reclama los derechos y las garantías que le brinda la declaración de Los  Derechos del Hombre y del Ciudadano, así el monarca no los reconozca. Que diferencia con ciertos personajes que hoy se gratifican con el vasallaje y el servilismo. Aquí los ciudadanos pasivos tienen una alta cuota de responsabilidad con lo que viene pasando, cómplices de la impunidad y la corrupción de unos pocos. Los apáticos  consienten que su dignidad sea manoseada y viven de espaldas a la realidad. Ojalá las semillas de “La Presentación” puedan difundirse en poco tiempo para que detengan todo lo que viene: “Pericongo”, “El Salto de Bordones” y la pérdida del  “Macizo Colombiano”.

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