El Congreso de la República cual barco corsario del siglo XVII, tuvo su ‘Patente de Corso’ para legislar y aprobar una contrarreforma a la justicia, en cabeza de su presidente que irónicamente y como una maldición histórica, se apellida Corzo El Congreso de la República cual barco corsario del siglo XVII, tuvo su ‘Patente de Corso’ para legislar y aprobar una contrarreforma a la justicia, en cabeza de su presidente que irónicamente y como una maldición histórica, se apellida Corzo, Corzo con Z, quizá para cubrir su verdadera identidad como jefe de todos los corsarios del Congreso, con honrosa excepción de veintisiete de ellos. El mismo corsario que después del asalto final, sin mentar palabra y con el alijo debajo del brazo, tomó un avión que lo llevaría a la China. Esta mala representación del asalto pirata, ha puesto en el escenario, el juego entre fuerzas políticas existentes en nuestro país: Por un lado los refundacionistas, que ya en sus ocho años de gobierno hicieron cambios de articulitos que dieron al traste de manera descarada con la carta magna de 1991 y que hoy anuncian la presentación del proyecto de Asamblea Nacional Constituyente, quizá con la intención oculta de ir por una nueva reelección o poner fuera de dudas a los que fueron sus funcionarios, que se encuentran tras las rejas o investigados; los partidos liberal, conservador, la U y Cambio radical que en la Unidad Nacional hacen causa común y que inmersos en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial legislaron en beneficio propio. Consecuentemente, los congresistas del Polo, partido Verde y algunos liberales como oposición minoritaria votaron en contra y llaman a un referendo revocatorio, como única opción de parar el esperpento, mientras el gobierno de Santos, que prohijó la reforma hasta última hora, haciéndose el sorprendido, no sabe para donde coger: ha solicitado llamar a sesiones extras al Congreso de la republica para hacerle reformas a la reforma a la justicia, uno de sus proyectos estrella, que resultó estrellado como una locomotora manejada por varios maquinistas y con disímiles carboneros a bordo. Que estas festividades de San Pedro, no se constituyan como siempre en la cortina de humo, para ocultar las malas ejecutorias y los antecedentes que hoy tienen en líos judiciales a nuestros gobernantes de turno. Los parlamentarios opitas, que han estado callados, deben dar la cara y explicar porqué votaron la reforma, que nos digan si tienen conflictos de intereses o si no saben leer como cínicamente lo reconoció el mozalbete Simón Gaviria, hijo del ex presidente Cesar Gaviria, en cuyo gobierno se promulgó la actual y ya remendada Constitución. Mientras en el Huila nos ocupamos de la pelada del marrano, la preparación de los tamales y de hacerle fuerza a las reinas, esperamos que en Bogotá los parlamentarios no hagan su San Pedro cogiendo de marranos a los demócratas colombianos, olelolelolaila a los demócratas colombianos.