La Nación
EDITORIAL

Perdón a las víctimas

Los derechos de las víctimas van más allá de la reparación compensatoria por los daños causados. La reparación económica, es apenas una parte retributiva por todo el dolor que le pudieron causar los victimarios. Pero no alivia el alma ni sella las heridas. Las víctimas tienen derecho a una reparación adecuada, proporcional, efectiva y rápida. Pero no solo retributiva.
La reparación simbólica, que implique el desagravio y el perdón público, es otra forma de pasar la hoja sin olvidar.
Que las Farc estén pidiendo perdón público por sus crímenes, que admitan su responsabilidad por los horrores cometidos durante el conflicto alivia el dolor. 
El reconocimiento social y público del daño producido, además de ser un acto de justicia, atenúa considerablemente el sufrimiento de quienes han padecido la tragedia de la guerra.
La carga simbólica de la no repetición es una garantía, por supuesto, un acto reparador pero insuficiente.
Una garantía de no repetición incluye no solo la cesación de las violaciones. Implica también la verificación de los hechos y la difusión pública y amplia de la verdad de lo sucedido. La verdad, como la justicia, son actos reparadores.
Las Farc en tránsito hacia el desarme deben contar toda la verdad y asumir su cuota de responsabilidad para entender lo sucedido. El Huila espera el perdón público y la verdad de todos los infortunios, cometidos por todos los actores, en todas las violencias. Una enorme deuda histórica.
Restaurar la verdad, hacerla pública, sacarla del ámbito del dolor privado, es una obligación para reivindicar el valor de los ofendidos en todos los episodios.  
La reparación simbólica más que una retribución busca la preservación de la memoria histórica, la recuperación de la dignidad, como un acto para exaltar la vida y obra de quienes cayeron por el conflicto armado.
Recuperar la dignidad de las víctimas es también otra manera de reparar el daño moral. El derecho a la memoria, como el derecho a la verdad, son garantías contra la impunidad.
La memoria como la dignidad es un derecho que no puede la muerte arrebatar. La memoria es un derecho contra el olvido histórico, cómplice de todas las violencias. Contra esa amnesia colectiva que nos enceguece y nos obnubila. Es también un acto de justicia contra todos los perpetradores.
“Mantener vivo el recuerdo de cuanto sucedió es una exigencia no solo histórica, sino también moral. No hay que olvidar. No hay futuro sin memoria. No hay paz sin memoria”, aseguró en 1995, el Papa Juan Pablo II.  Y tiene razón. El perdón público, deber ser el comienzo.
 
“La memoria es un derecho contra el olvido histórico, cómplice de todas las violencias”.
Afectada por un paro cardio-respiratorio falleció ayer en Pitalito, la matrona conservadora Elena Sánchez de Puentes, ex concejal e incansable dama voluntaria. A sus hijos y demás familiares, nuestras sinceras expresiones de condolencia.