La Nación
Petro: a unir lo que dividió 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Petro: a unir lo que dividió

Este 7 de agosto llega un nuevo inquilino a La Casa de Nariño y la mayor prueba a su liderazgo será unificar el país que él mismo ayudó, junto con otros, a dividir desde las trincheras de una acérrima oposición ejercida, durante varios años, con todos los medios a su alcance y el pleno de garantías a su favor.

Por encima de cualquier plan de gobierno y de las muchas propuestas hechas en campaña, la urgencia que el país tiene es la de unir a los dos países electorales que cohabitan tras el balotaje del 19 de junio. De tal suerte que, el auténtico liderazgo de Petro se definirá por el talento y la capacidad política que tenga para conducir a la nación por encima de la polarización de la que ha sido coautor.

Es más, si tiene la grandeza política y la pasta de estadista que tanto pregonan sus adoradores y aduladores, sabrá que el plan de gobierno, su ejecución, y selección de funcionarios, para tales fines, deberá estar cuidadosamente gestionado en función del 3% de margen electoral (y que puede ser menor tal como ya lo expliqué en otras entregas) con el que apenas ganó, en segunda vuelta, la elección presidencial.

Nadie va a negar las urgencias que en materia de gestión pública tiene el país y cuya lista podría ser interminable. Pero, nada de esto llegará a buen término si el liderazgo no le alcanza para dar estricto cumplimiento al artículo 188 de la constitución que dice así:

“El Presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”.

Dicho de otra manera, Petro deberá gobernar obviamente para el 50.44% del país que lo eligió y cuya tabla de valores políticos y éticos se reflejan perfectamente en lo que significa toda su vida iniciando en las filas de la guerrilla y cuyas tácticas lo han llevado al “Solio de Bolívar”. Que sea dicho de paso, fue vandalizado por el M-19, el 17 de enero de 1974, cuando robó la espada del Libertador.

Igualmente, habrá de gobernar para el resto del país que no cayó ante el embrujo pasional de su lucha armada supuestamente con fines democráticos y que representa un poco más del 48% de los votantes que silenciosamente, y sin matonear a quienes legitiman la lucha armada por encima de las instituciones, esperan por un líder que asuma, desde la oposición, la representatividad de las formas genuinamente democráticas.

Ahora, el nuevo inquilino tendrá la histórica misión de no gobernar exclusivamente para sus apasionados y devotos seguidores sino para la totalidad de los colombianos, lo que supone que deba igualmente respetar, y hacer respetar, las voces de la oposición tal como lo hicieron, en la mayoría de los casos, quienes lo presidieron en el cargo.

Finalmente, serán los intereses de la nación y la razón de Estado los que primen a la hora de adoptar decisiones que serán de su entera responsabilidad ante toda la nación y que demanda de Gustavo Petro una actitud auténticamente institucional, republicana y democrática a despecho de su origen político en las filas de la guerrilla y de sus alianzas con gente non sancta.