Antes de dos semanas se firmará el acuerdo final entre el Gobierno y las Farc en la Habana para ponerle fin al conflicto armado de más de 50 años en Colombia. Vengo de un Congreso Panamericano contra el lavado de activos, promovido por Asobancaria, donde participaron muchos extranjeros y todos estaban alborozados con la buena noticia de los avances de nuestra negociación de Paz, que contrasta con una porción significativa de compatriotas que soslayan la importancia de ésta o se oponen porque no quieren a las Farc o a Santos, o porque creen que el estado de zozobra e incertidumbre que hemos vivido es de normalidad, y otros porque la oposición política da réditos electorales. Lo cierto es que muy pronto se estará convocando al plebiscito avalado por la Corte Constitucional recientemente para que nos pronunciemos por el sí o por el no. Este fue el mecanismo de refrendación popular que se comprometió el Presidente, sin obligación legal para hacerlo, pero lo hizo como un compromiso de campaña para darle seguridad a los Connacionales de que nada se hará a sus espaldas, lo que a muchos les pareció un riesgo innecesario; pero creo, es hora de que los colombianos votemos inteligentemente sabiendo distinguir que hay circunstancias, como dijera Álvaro Gómez Hurtado, que en medio de las diferencias de partido, razas, credo o estrato social, debemos unirnos en lo fundamental. La paz no es de Santos, no es del Gobierno, no es de la izquierda, es un anhelo superior de una sociedad civilizada que quiere vivir en mejores condiciones.
Con respaldo abultado se dio el plebiscito de 1957 que le puso fin a la violencia bipartidista y creó el Frente Nacional para desterrar esa época de terror y muerte en los campos colombianos. Aspiramos que ocurra igual en esta oportunidad. La oposición opta por el no y ellos son estratégicos y mediáticos, y los del sí debemos actuar también estratégicamente teniendo claro que no estamos haciendo un referendo de aprobación con el Gobierno, ni a favor ni en contra de nadie, es por un propósito patrio. Ojala el protagonista del plebiscito sea la sociedad civil, y aparezcan nuevos liderazgos.