El comentario de Elías La lógica política es demencial. Demencia que proviene de su voracidad de poder; ese embrollo de ambiciones agazapado en personas, partidos y clases sociales. Ya en la derecha o izquierda, liberalismo o conservatismo, Santos o Uribe. En todas partes esgrime su lógica demencial e inhumana. Acierta el Ministro de Defensa al calificar a las farc con epítetos de: terroristas, demenciales y diabólicas. Ellas también son políticas. ¿Qué otros calificativos a quienes perpetran tantos estragos en la población que dicen defender? Carece de lógica racional destruir poblaciones y personas tan distantes del Poder. No tiene sentido tanto ‘heroísmo’ en la soledad de la periferia, ni mucho menos la destrucción de un preescolar para niños campesinos. Canalla resulta la muerte de un agente y un menor mientras apagaban el incendio en una casa vecina. Más que un atentado contra el Estado es una brutalidad contra los humildes, una cobardía contra gente inerme y desprevenida. También atentan contra su ya deteriorada imagen, la destruyen bajo la égida de un discurso anacrónico y un militarismo inane. No dejan de ser liberales, los que invirtieron más de 150 años en el monte matándose con los conservadores, historia demencial en donde los humildes pusieron los muertos y los encumbrados se repartieron las riquezas del país. Parecieran no entender el momento histórico, los desarrollos del capitalismo, la impresionante revolución tecnológica, la globalidad, los avances de la ciencia y el arte. Hoy existe una visión inédita de la sociedad. ¡Qué locura, construir revolución con una conciencia inconsciente de la posmodernidad! Mucho más demente el Estado que es político, se nutre de guerras entre civiles o militares, desde Bolívar contra Santander hasta Uribe contra Santos. Confrontaciones humanamente inútiles y peligrosas. Sus barones aman las conflagraciones hasta la esquizofrenia. Saben que las farc no generan peligro y la encumbran, la convierten en amenaza fantasmal, fuente de dividendos electorales. Así, rechazan la tregua bilateral para guerrear más, tener un culpable público del desastre nacional y ocultar las incoherencias sociales del Estado. Así se quejan de la demencia del otro y disimulan la propia, utilizando el peligroso lenguaje de la doble moral. Así tienen un discurso belicista para ganar elecciones en este año electoral. Poco importan los muertos si siguen siendo los humildes: campesinos y soldados. Y, sobre todo, así liberan sus instintos guerreristas: impulsos enquistados en los genes arcaicos de la bestia, pilares inamovibles del Poder. ¡Pobre Humanidad! Avanza amordazada en la lógica de la política, como loca da vueltas en torno a la noria. lunpapel@gmail.com