La Nación
Mi pobre Valle de Laboyos 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS

Mi pobre Valle de Laboyos

Diego Muñoz Marroquín

¨Yo no quisiera ver mi vida en peligro, porque no quiero morirme todavía, pero al tratarse de mi valle querido con mucho gusto hasta mi vida daría¨. Este valiente verso del maestro Emiliano Zuleta, hace parte de la canción inédita ¨Mi pobre valle¨, rey de Reyes del festival vallenato 2007, pero tiene plena vigencia hoy y parece escrito, no para Valledupar, sino para el Valle, pero de Laboyos, nombre con el que se identifica mi bella ciudad natal de Pitalito.

Para los que no conozcan, Pitalito es hoy la ciudad más importante del sur colombiano, de lejos la segunda del Huila. Supera a Florencia en el Caquetá y Mocoa en Putumayo, que siendo capitales de departamento no tienen el empuje, el comercio y el crecimiento de mi ciudad. Con su clima entre 18 y 21 grados y sus hermosos paisajes, bañados por los ríos Guarapas y Guachicos y a pesar de su crecimiento desordenado y desproporcionado, Pitalito y su entorno tiene un encanto que la hace muy atractiva para quienes llegan buscando oportunidades y nueva vida.

Todo el empuje, desarrollo y generación de oportunidades hace que Pitalito sea la ciudad preferida por muchas personas provenientes del Putumayo, del Caquetá e incluso, del Cauca y de Nariño, para migrar y establecer negocios, o mínimo, para tenerla como puerto seco de sus operaciones; la mayoría de actividades son decentes y prosperas, como las de los cafeteros y agricultores en general, las de los caballistas y ganaderos y por supuesto, todas las relacionadas con servicios; su excelente terminal de transportes mueve aproximadamente 3.800.000 pasajeros al año.

Estas enormes ventajas no solo la ven los comerciantes de bien, sino también las organizaciones al margen de la ley, que de tiempo atrás, pusieron sus ojos en Pitalito y llegaron con su estela de terror y negocios ilícitos al pueblo, y aunque la violencia guerrillera mermo, su pútrido negocio del narcotráfico se quedó. En los años 90 mucha gente tuvo que salir despavorida huyendo de la violencia descarnada que se había apoderado del pueblo, no hay familia laboyana que no haya tenido un secuestrado o una persona extorsionada, pero algunos valientes se quedaron. Varios de ellos, como Héctor Polanía, Jonás López, Nelson Carvajal, Mariano Sánchez, y muchos más, que me excuso por no citar, fueron sacrificados ante la mirada indolente de muchos.

Al comienzo de esta década las cosas parecían haberse calmado y algunos comenzaron a retornar pues el valor de la tierra empezó a tener precios poco vistos en otras zona del país, pero la verdad es que el monstruo ya estaba engendrado y se había apoderado de los negocios, de las tierras, y hasta de las instituciones, los dolorosos hechos de Flor Alba y de Luis Gerardo, nos hicieron volver a la realidad, darnos cuenta que los problemas siguen iguales, o peores, solo que sus protagonistas han cambiado de nombre.