La Nación
COLUMNISTAS

Poder y perspectivas

Se reeditó el espectáculo electoral, pero las perspectivas de desarrollo nacional, con equidad socioeconómica, siguen siendo sombrías. Y no es pesimismo. Bajo las tendenciosas condiciones del ejercicio de la política y el poder, que prevalecen en Colombia, es prácticamente imposible superar el atraso, la pobreza, la miseria, la inequidad y la inseguridad. Son más de doscientos años de ejercicio de poder, sin resultados socioeconómicos y culturales positivos y la tendencia, en las últimas décadas, se agudiza hacia lo negativo. Los timadores de la política y desvergonzados usufructuarios del poder político-económico, cosechan dividendos del desahucio y desesperanza incubados en las mayorías, durante siglos de engaño y frustración. El resultado es la indiferencia política y la abstención electoral, con los consabidos resultados.

Los partidos políticos tradicionales, fueron cooptados por agentes de la más aberrante politiquería y clientelismo, pero que se presentan, ante el elector, como líderes sociales y decididos defensores de los intereses de las mayorías.

El resultado de dicha cooptación, fue la desaparición de la estructura ideológica de los partidos y con ello la conformación de empresas electorales, como Cambio Radica y Centro Democrático (de extrema derecha), La U., y otras,   empresas electorales en las que aterrizan, según su conveniencia, oportunistas de todas las vertientes. Empresas que hacen su agosto, definiendo quien puede ser candidato a través de los avales, para inscribir candidaturas. En la última contienda electoral la feria de los avales fue aberrante. 

En ese rio revuelto de irresponsabilidades, mezquindades y derroche de corrupción, es difícil, si no imposible  desarrollar iniciativas pragmáticas para conjurar la injusticia social, instituir sólidos, equitativos y responsables órganos de poder. La institucionalidad está colapsada. Es impropia para responder adecuadamente  por los requerimientos de civilidad y justica equitativa. La corrupción y la politiquería la permearon hasta inhabilitarla para responder por funciones de elevados intereses sociales y cumplida justicia jurídica y social.

Los resultados electorales de las pasadas elecciones,  son reflejo fiel del caos político que prevalece y de la anarquía institucional vigente, incapaz de garantizar rectitud en los procesos y selección de candidatos. Es  incapaz, quizá por conveniencia,   de estructurar procedimientos y ordenamiento   jurídicos que impidan que individuos cuestionados legalmente puedan ser candidatos y hasta ser elegidos y posesionarse mientras los procesan y condenan.  

De ese descompuesto caldo de cultivo, surgen los planes de gobierno desprovistos de ingredientes imaginativos, que conjuren la rutina burocrática, propia  de todas las administraciones dominadas por la politiquería y el clientelismo. La comunidad es la víctima. No recibe lo que le corresponde por su esfuerzo tributario.

De ese maremágnum provienen las normas legales, inconsistentes con la realidad vital de las mayorías nacionales y son las que determinan el estado social nacional.
El elector debe ser  consciente de las causas que generaron el  estado político y social en que le toca vivir. Debe indagar por las causas y justificación de todo lo que ocurre en el ejercicio del poder político. Y de esa manera aprender a elegir y a exigir al gobernante lo que le corresponde  legalmente.