Con la generosidad de LA NACIÓN, he podido someter al escrutinio del lector, algunas ideas y opiniones, sobre las responsabilidades del poder y la política, respecto a los niveles de desarrollo y de pobreza de la nación.
Con la generosidad de LA NACIÓN, he podido someter al escrutinio del lector, algunas ideas y opiniones, sobre las responsabilidades del poder y la política, respecto a los niveles de desarrollo y de pobreza de la nación. La opinión como tal, está sujeta a todo tipo de controversia, no obstante, hay hechos tozudos, que por su persistencia y efectos, no se deben desconocer y/o ocultar.
Colombia debería disponer de niveles superiores de desarrollo general y los niveles de pobreza y miseria, deberían ser muy inferiores, a los existentes. La visión y responsabilidad política, de las élites y usufructuarios del poder, no lo han permitido, desde siempre.
Referencias sobre el contenido del anunciado libro, de los investigadores Daron Acemoglu (MIT) y James Robinson (Harvard) y tesis por ellos formuladas, sobre por qué fracasan las naciones, son evidentes en Colombia. Los autores, entre los ejemplos utilizados, para sustentar sus tesis, hacen referencia al problema del fracaso colombiano.
Destacan la importancia de las instituciones políticas, precisando que deben ser fuertes e incluyentes. Esta condición, dicen, impiden que haya individuos que abucen del poder para amasar sus propias fortunas y desarrollar sus propias agendas, en perjuicio del resto de la sociedad. Gobernar es un negocio.
Nada más certero respecto a la realidad colombiana. Reforman la Constitución y/o aprueban leyes, de acuerdo con los intereses de los círculos de poder político y económico y de las élites secularmente dominantes. En el presente: la ley de justicia y paz (para narcoparapolíticos), la ley de víctimas y restitución de tierras, entre otras, (un engaño para legalizar a los desplazadores de la propiedad legítima y entregar baldíos a las víctimas) sin que les importe los intereses y derechos de las mayorías anónimas. Por eso Colombia, es y seguirá siendo la más inequitativa y violenta del hemisferio, con la mayor tasa de desempleo, de pobreza y de miseria.
Azotada por el indomable y demoledor flagelo de la corrupción e impunidad, dando palos de ciegos en materia de desarrollo social y económico. Este gobierno quiere resolver todo a base de subsidios, para adormilar al público, sin afectar los intereses de la plutocracia. Sin resolver el problema del desempleo, la pobreza y la indigencia.
El atraso es inocultable: en infraestructura vial y de transporte, hidráulica y sanitaria. Pésimo sistema educativo que garantiza mala calidad en general. Un sistema judicial garante de niveles superiores al 97% de impunidad. Instituciones de control del gasto y la inversión, dominadas por el formalismo leguleyo y al servicio de las élites, la politiquería y el poder económico.
Según los autores, la debilidad del estado central colombiano, impide controlar todo el territorio y como consecuencia, en gran parte del país, la ley está ausente y facilita la presencia de narcotraficantes, guerrillas y diversas formas de la delincuencia organizada y de cuello blanco. Son causas del atraso colombiano y de nuestro subdesarrollo mental y cultural, de lo que no debemos enorgullecernos.