La Nación
Poderosa abolición 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Poderosa abolición

Ante los recientes resultados electorales, toca superar el estatus de idólatra. Curar la discapacidad mental de mirar y no ver, de escuchar y no oír, de sufrir y no sentir. Abolir la idolatría política para suprimir cadenas en la consciencia.

Liquidar la feligresía de cualquier partido, la voz de cualquier líder, el canto de sirena de cualquier pastor, para pensar en libertad. Rasgar banderas de cualquier color para ver el país y oír al pueblo. Para dejar de ser “Cadáveres con alma” como lo decía poéticamente Sor Juana Inés de la Cruz o “los esqueletos encarnados” como lo digo yo.

Ante las fisuras del conservadurismo colombiano, toca acceder a la ciudadanía, a la capacidad de pensar por sí mismo. Asumir la difícil tarea de ser uno mismo, libre para pensar y actuar sin mandamiento de ningún ídolo, sin recetas de ninguna logia. Lograr la madurez ciudadana como lo visualizaba Kant.

Toca ser el “animal político” según Platón y Aristóteles, por ser el único capaz de construir polis, ciudades, para convivir en ellas. El animal ciudadano, según los romanos, por su necesidad natural de vivir en ciudades. Nos corresponde destruir definitivamente al feligrés interior para acceder a la ciudanía, al verdadero animal político.

Toca abandonar el parroquialismo de derecha o izquierda, el vergonzoso remoquete de uribista o petrista, para enaltecer la consciencia propia. Mirar críticamente al Estado y sus políticos para adueñarnos de nuestro propio destino social. ¡Qué tristeza depender de seres tan anodinos!

Libertad ciudadana para criticar al presidente Petro cuando fuese necesario, enrostrarle sus mentiras, recordarle sus promesas, criticarle sus errores. Pero también, reconocerle sus aciertos, sus esfuerzos por construir un país más justo, menos sanguinario.

Libertad para mirar al ex-presidente Uribe, oír sus discursos, ver sus actuaciones, sin el peso ideológico del uribismo. Libertad para vigilar a los políticos, sus discursos si estuvieren contaminados de bellaquería, sus acciones si estuvieren infectadas de mezquindad. Libre para negarles el voto a los enemigos del animal político.

Entender el cambio como fenómeno de consciencia, como percepción humana del Estado y de la vida, verdadera revolución del hombre para el hombre. Para generar ciudadanos libres capaces de elegir acertadamente, pues los elegidos encarnan la consciencia de los electores. “Dime a quien eliges y te diré quién eres”, sería la variante del refrán popular.

Toca seguir a Sócrates cuando afirmaba: “Yo soy un ciudadano, no de Atenas o Grecia, sino del mundo”. Suprimir así, la ciudadanía de una logia, de un partido. Evitar la ignominiosa feligresía al servicio de una elite voraz.