La Nación
Por mis exalumnos que decidieron partir (La valoración social, profesional y política de la salud mental) 1 18 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Por mis exalumnos que decidieron partir (La valoración social, profesional y política de la salud mental)

Solo la semana pasada en el Congreso de la República, se ponían en entredicho las políticas públicas de salud mental entre los jóvenes, ayer asistimos a las honras fúnebres de Carlos Casallas Sterling, un joven de 28 años; talentoso, inteligente, soñador. Es el cuarto de mis exalumnos Universitarios de esta edad que se suicida en circunstancias similares este año. En el registro del corazón de su exprofesor también he conocido de la muerte de dos profesionales jóvenes, que también estuvieron en nuestras aulas y de los que no hay mayores datos sobre las causas de su deceso. Una cifra demasiado alta para solo corresponder a quienes conozco. Reflexionar con el dolor propio de estos casos nos lleva a pensar que en los últimos años (especialmente después de Pandemia) hemos sido testigos de una preocupante tendencia: el incremento en los casos de suicidio entre jóvenes, incluso aquellos que parecían tenerlo todo, o quienes estaban luchando por insertarse en la sociedad del trabajo y la competencia profesional, es el caso de nuestros exalumnos universitarios. Cada pérdida representa un duro golpe para nuestra comunidad, y nos lleva a reflexionar sobre la presión social y la importancia de cuidar la salud mental en un mundo que exige constantemente éxito y logros. Nuestro Senador Carlos Julio González Villa NOS confirmaba las cifras alarmantes: al mes, también, se van registrando 190 casos de suicidios de niños y adolescentes. Después de La Pandemia del COVID 19 las cifras han sido muchos mayores. Se nos vino la era en que los mayores problemas de salud son los de índole mental: La depresión, la ansiedad, el trastorno bipolar, el consumo exacerbado de redes y los trastornos de la conducta alimentaria pueden aumentar el riesgo de suicidio. Sabemos que la falta de acceso a servicios de salud mental adecuados y el estigma asociado a los trastornos mentales también pueden dificultar la búsqueda de ayuda. Nuestros jóvenes enfrentan una sociedad en la que existe evasión al dolor y a la dificultad. Una sociedad del cansancio y de la trasparencia en la que se busca prolongar la vida de manera ilimitada, convirtiendo la muerte en un tabú y generando una cultura del culto al cuerpo y la apariencia, nuestros muchachos no pudieron más, el refugio en las redes no fue la solución. Al respecto, el filósofo Byung Chul Han, lo diagnostica: En la sociedad actual se contribuye a la cultura de la superficialidad, el narcisismo y la alienación. por ello, propone la necesidad de buscar un equilibrio entre la productividad y el descanso, la reflexión y la desconexión, y el cuidado de la salud mental y emocional. Además, el autor, resalta la importancia de repensar los valores de la sociedad y promover una cultura que valore la lentitud, la contemplación y la autenticidad. Especialistas como el mismo Senador González Villa y Miguel de Zubiría aciertan en afirmar que una de las propuestas en las que se debe insistir es la de incentivar competencias efectivas y emotivas. Volvamos a la cultura del reconocimiento y de significación de cada estudiante, de cada hijo, de cada joven de nuestra sociedad. Muchachos, nada de vivir rápido y de forma superficial, nada de pasados sin aroma, nada de desconfianza para compartir esas amarguras intimas. Por experiencia de profe, sigo insistiendo: nunca subestimemos el poder de la empatía y el apoyo mutuo. En momentos de dificultad, un gesto amable, una escucha comprensiva o un mensaje de aliento pueden marcar la diferencia. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de ser consciente de las señales de angustia y estar dispuesto a brindar apoyo a quienes lo necesitan.