La Nación
COLUMNISTAS

Por quién no votar

Sin sectarismos, voté por Santos presidente. Arrepentido, no votaré su reelección; quiero la paz y no esta guerra clasista del revolucionario del Chicó.

Santos, desconoció los mandamientos programáticos y los dictados capitales de la democracia, a saber: pretendió quedar bien con todos, terminando mal con el pueblo. Nos juró en vano, que refrendaríamos la paz en las elecciones de congreso (9 de marzo), por tarde en las presidenciales, y nada. En acuerdo sombrío con el congreso y las cortes, aprobó la esperpéntica reforma a la justicia, que todos a una, impedimos sancionar.

Allí, las castas poderosas, se nivelaron por lo bajo: con el Consejo de la Judicatura que pretendían abolir. ¿Recuerdan? reelección presidencial, impunidad para congresistas y aumento de período, edad de retito y sueldos de magistrados. No pudo en cambio, reformar la salud, una locomotora varada y contaminada por un pintoresco fiscal, que cobró cuatro mil millones en Saludcoop, por cuya causa mandó Santos callar, a la valiente contralora Morelli.

Las EPS, siguen robándose la plata y la muerte haciendo cola en los hospitales. Sin gasolina, también sucumbió la locomotora de la educación. En paro los estudiantes, obligaron retirar la flamante reforma; penúltimo puesto mundial en pruebas Pisa, con Santos llegamos al último lugar. Mató las esperanzas de recuperar el mar, interponiendo el recurso de revisión contra el fallo de La Haya. No lo hizo. Prefirió el apoyo de los Castro y Ortega, a su proyecto reeleccionista de La Habana.

Modificar el mapa de la patria, conforme a la inaplicable sentencia, según sus mentirosas expresiones. Lujurioso, cambió la imagen de la heroica, por la pornográfica Síbaris, en la cumbre narcisista de Cartagena. Derrochó 65 mil millones para que la escolta fornicadora de Obama aprestigiara las prostitutas, y no la grandeza de Colombia. Fundó en cambio, la locomotora de la mermelada. Modelo amelcochado de corrupción, para depositar las partidas presupuestales de las obras públicas en el bolsillo de los parlamentarios. Estos, escogen los contratistas y cobran la mordida o mermelada para pagar los votos reeleccionistas. Volteados los congresistas godos, abandonaron su candidata, ahítos de mermelada corrupta. Qué pena con Caro y Ospina. Finalmente, gobierna con los del 8.000; Gaviria, que guardó los narcocassetes en las alforjas del elefante que entró al palacio de Nariño con Samper, Serpa, dólares, y narcotráfico. Los narcos asesinaron a Galán, pero su hijo, promotor de Gaviria, también cayó ante la mermelada; qué vergüenza. Proceso Ocho mil que inmoló al líder conservador Gómez Hurtado.

Desde el cielo, juzgará a estos senadores volteados, ante la mermelada santista. Conclusión: alguien por quien no votar; cuatro opciones de esperanza.