La Nación
Prefiero ser mortal 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Prefiero ser mortal

 

Fermín Beltrán Barragán

Pienso que el hecho natural de ser mortales es una angustia de la cual no hemos podido desprendernos los humanos, cuando era un niño pensaba que era eterno como los personajes de los cuadros del altar de las iglesias. En esos tiempos conocí al primer muerto, era un señor de cara ancha y pálida con un pañuelo en la mandíbula y algodones embutidos en sus “narices” que parecía dormir en un ataúd de madera sin pintar.

Esa imagen me acompañó en varias noches de vigilia, aunque no era consciente del sentido de la muerte, me asustaba pensar en los difuntos y no imaginaba que tendría que morir algún día. Luego fui consciente de la fatalidad, al principio no me resigné, estudié muchos ritos y religiones buscando soluciones, al final concluí que la muerte es una realidad inevitable y que en ese sentido hay que comprenderla y aceptarla.

Entendí también que se muere de muchas maneras, la más usual es la muerte inesperada, como la de Albert Camus, el nobel de literatura que no pensó que moriría a sus cuarenta y siete años en un accidente de automóvil, habiendo dicho que apenas empezaría a escribir sus grandes obras. He visto y sabido de muchos trances absurdos e increíbles, impresiona el juego trágico de la muerte, no respeta, no reverencia a nadie, a todos llega por igual.

En el pasado los reyes, emperadores y faraones hicieron construir monumentos, embalsamaron sus cadáveres con sus rostros de rigidez atemporal, buscando prolongar su vida a través de los objetos materiales, me los imagino antes de morir pensando en sus riquezas y en qué habrá después de cerrar los ojos, agarrados al pesado oro que no volverían a ver, ni a tocar.

En el presente no hemos dejado la maña, con más tecnologías seguimos buscando la forma de vivir más tiempo, de hecho, se afirma que los humanos vivirán no años sino centenares de años y que la tecnología resolverá el problema de la muerte. Leemos el genoma humano, predecimos existencias largas, hacemos réplicas de mujeres y hombres en materiales flexibles, hasta las ponemos a hablar con nuestras propias voces y alimentamos su inteligencia artificial para que “piensen” y “actúen” como nosotros.

Ahora me pregunto ¿qué es la eternidad? Si nos aburrimos a veces en esta vida corta ¿cómo será si nos convertimos en una especie de “dráculas” que no mueren y vivirán en los eternos tiempos? Estamos en ese camino, la ciencia y la tecnología son terriblemente capaces, han logrado hacer armas para extinguirnos de un solo fogonazo y seguramente lograrán la prolongación de la existencia humana. Aflora la vanidad del hombre como “centro” del universo, tal como lo pregonaba Pico della Mirandola en los albores de la ilustración “…admirable suerte del hombre, al cual le ha sido concedido obtener lo que desee, ser lo que quiera”.

Ante todo esto, aun si tuviera las posibilidades de clonarme y de alargar mi vida, prefiero aceptar la natural temporalidad, seguir escrutando su sentido y vivir en el esplendor de la fugacidad.