Son innumerables las promesas incumplidas del actual gobierno del “Cambio”, entre ellas, el desarrollo de proyectos de infraestructura verdaderamente colosales que, tras más de dos años en el poder, se van quedando en simples hechos de burla.
El nulo avance en obras como el tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla, o el desarrollo de un canal interoceánico que permitiría unir el Pacífico con el Atlántico a través del río Atrato, son muestras claras de la ineficiencia y el populismo que estamos viviendo. Otro ejemplo, entre tantos, es la construcción de universidades, como la del Catatumbo, que ni siquiera ha comenzado, o el nuevo Hospital San Juan de Dios en Bogotá, el aeropuerto internacional en la Alta Guajira, entre otros. En fin, un listado interminable de ilusiones y promesas incumplidas que solo demuestran que fueron concebidas con un fin netamente electorero.
En el Huila también tenemos varios ejemplos, como el casi nulo avance del proyecto del molino de arroz del Juncal, o la vía al corregimiento de San Luis, en el occidente de Neiva, que, después de casi dos años desde su promesa, tras el triste asesinato de siete policías por disidencias de las FARC, no ha avanzado ni un kilómetro. La misma historia se repite con la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) de Neiva, el aeropuerto de carga de la Jagua en Garzón, el regreso del tren al Huila y la planta de café liofilizado prometida para Pitalito, por nombrar solo algunas. Anuncios y más anuncios, sin presupuesto ni voluntad política para llevarlos a cabo, es lo que finalmente quedará en la memoria de los colombianos y los huilenses, ante la falta de seriedad y efectividad en el cumplimiento de las promesas.
Gobernar es un arte muy complejo en estos días. La falta de soluciones a las necesidades que se viven impulsa al elector a buscar falsos mesías que, mediante el populismo, crean expectativas que terminan en frustraciones por el incumplimiento de las mismas. Hace falta mayor educación en democracia, pero, ante todo, candidatos serios que tengan la capacidad de desarrollar planes concretos, para que, una vez en el poder, no terminen decepcionando una vez más al elector. Soplan vientos y se avecina una nueva campaña. Esperemos no seguir equivocándonos.