La Nación
Putin: Guerra y paz (II) 1 23 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Putin: Guerra y paz (II)

Mario Andrés Huertas Ramos

En la entrega anterior explicamos lo que, a nuestro juicio, motivó la decisión de Vladimir Putin para atacar a Ucrania so pretexto de estar amenazada la seguridad nacional.

Hoy plantearé que la estrategia militar rusa tiene por imperativo geopolítico: el control del río Dniéper. Esta arteria fluvial nace sobre la meseta de Valdái, cerca de Moscú, cruza con sus 2.300 kilómetros a Bielorrusia y Ucrania y desemboca en el mar Negro; dividiendo así a los ucranianos en dos frentes: el oriental y el occidental. (Se recomienda que el lector utilice un mapa para facilitar la comprensión de mi apuesta)

Inicialmente, debemos recordar que la geopolítica es una disciplina auxiliar de las ciencias militares cuyo objeto es comprende la relación espacio/poder en función del arte de la guerra para asegurar la victoria.

Luego, por territorio se entiende el espacio en sentido amplio; es decir, en su dimensión terrestre, marítima y aérea.

Precisamente, la primera dimensión del espacio es la terrestre sobre la que avanzan y ejercen hegemonía las tropas rusas. Por ello, el primer objetivo militar fue la región de Donbas (formada por los separatistas de Donestk y Luhansk) muy próxima a la frontera. Siguiendo con el circuito estratégicamente trazado, el control de Kharkiv y Sumy se ha facilitado igualmente por estar cerca de esta zona limítrofe. Esto es lo que se entiende como el frente oriental.

Hacia el centro, para conquistar Kiev, era necesario que Minsk rompiera la neutralidad con el fin de lanzarse sobre la arteria fluvial del Dnieper, justificando la toma de Chernobyl y Chernihiv como un mandato para dividir la capital, como el país, en dos flancos.

La segunda dimensión es la marítima. El golpe sobre Crimea, península anexada por Rusia en 2014, se explica porque desde el norte, el río Diniéper conecta a Kiev con el Mar Negro; y desde el sur, obliga a que las tropas rusas dominen la ciudad de Kherson.

Caso similar al de Mariupol cuyo alcance geográfico lo lanza hacia el mar de Azov conectando a Rusia con el Cáucaso. Junto con Odessa representaría no solo el total del control marítimo de Rusia sino el enclaustramiento definitivo de Ucrania.

La tercera dimensión es la aérea. Desde que Alexander Seversky sentenció que el poder de un país se mediría por su poder aéreo, se comprendió que el territorio no se podía abordar de manera segmentada. Es por ello que, los ucranianos entendieron rápidamente que para frenar el avance terrestre y marítimo de los rusos, era vital levantar una zona de exclusión aérea.

Lamentablemente, las implicaciones geopolíticas de esa medida comprometen directamente a la OTAN y esto es lo que, hasta donde sea posible, desea evitar la alianza Atlántico-Norte. Sin embargo, las alarmas se encendieron la semana pasada cuando los rusos bombardearon, en el frente occidental, Lviv y Lustk en cercanías con la frontera polaca.

Como era de esperar, el ejército ruso ha utilizado su potencial militar, desplegado sobre territorio ucraniano, a partir de una combinación simultánea de maniobras sobre las tres dimensiones del espacio.

Todo ello, en virtud de la toma de puntos geográficos, estratégicamente ubicados, como un paso decisivo para presionar más fácilmente las negociaciones diplomáticas a partir de las pretensiones de Putin.