De prócer en la Constituyente y padre de la tutela, el ministro Juan Carlos Esguerra ha pasado a convertirse en un Cantinflas de la justicia y notario de la más grande contrarreforma al poder judicial y a la Constitución que se haya aprobado en todos los tiempos. De prócer en la Constituyente y padre de la tutela, el ministro Juan Carlos Esguerra ha pasado a convertirse en un Cantinflas de la justicia y notario de la más grande contrarreforma al poder judicial y a la Constitución que se haya aprobado en todos los tiempos. Su cacareada reforma constitucional abrió una peligrosa compuerta que los congresistas supieron utilizar muy bien en beneficio propio y ante su mirada pasiva y falta de liderazgo en el Congreso. Muy tarde y a última hora pretende el Gobierno de Santos lavarse las manos anunciando su decisión de objetar en vez de sancionar el proyecto de acto legislativo, ante la inminencia de una salida masiva de congresistas presos como consecuencia de la parapolítica y altos exfuncionarios del gobierno pasado investigados en el escándalo de las chuzadas. Y digo que muy tarde, por cuanto desde hace rato (no solo por lo aprobado en la conciliación de los textos de Senado y Cámara) desde distintos estamentos y medios de comunicación se ha venido alertando sobre la utilización de la reforma para meterle mano a los procesos en curso y favorecer la impunidad de altos dignatarios del Estado. Si le queda algo de dignidad a Esguerra Portocarrero (quien se dejó sacar de la discusión de la conciliación y no utilizó los poderes a su alcance, que incluyen la posibilidad de retirar el proyecto) debería presentar en forma inmediata su carta de renuncia, ante la mayúscula desautorización conferida por el Jefe de Estado, pero sobre todo, por su connivencia con la mayoría de los desajustes institucionales que hoy escandalizan al país, en temas relacionados con el juicio de perdida de investidura y la investigación y juzgamiento de los congresistas. Y si no la presenta, a la renuncia me refiero, diplomáticamente, como es costumbre en nuestro país, deberían mandarlo de embajador a algún país distante donde haga menos daño del ya causado como Ministro. En medio de todo el desbarajuste institucional creado hay una buena noticia: la reforma está plagada de vicios e irregularidades que con toda seguridad pueden llevarla a una inexequibilidad en la Corte Constitucional, por violación a las reglas de tramite, entre otras al principio de la consecutividad, en razón a que muchos temas no fueron discutidos ni aprobados en los ocho debates que requieren para convertirse en una valida reforma constitucional. De otro lado, no hay que descartar la idea del referendo derogatorio, con el cual se desautorizaría al Congreso de la República, para que entienda que no puede seguir legislando en causa propia y a espaldas del interés público.