El paro camionero demostró la incoherencia de quienes nos gobiernan, así como de aquellos que nos han gobernado y además aspiran a volvernos a gobernar.
Fue una historia digna de Macondo, ni siquiera en la imaginación del nobel habría cabido que los uribistas alentaran un paro y manifestaran de todas las maneras posibles la necesidad de mantenerlo, apoyando incondicionalmente a quienes paralizaron el país.
Del otro lado, tampoco se hubiera imaginado el recordado escritor que los petristas se opusieran a la protesta social disparando toda clase de mensajes desde las bodegas pagadas con dineros públicos, pretendiendo así desacreditar a como diera lugar a quienes estaban bloqueando las vías.
Muy rápidamente ambos extremos ideológicos olvidaron que el problema lo originaron ellos mismos, la derecha por la irresponsabilidad de “Iván el insustancial” al no aumentar el precio del diésel en su periodo; y la izquierda, cuando Petro como candidato aseguró que no lo iba a subir y esperar 2 años de su mandato para hacerlo.
El país fue testigo de excepción de tan paradójico comportamiento. De un lado, los uribistas que se opusieron a los bloqueos que padecimos en el denominado estallido social ahora los aplaudieron, y los petristas que consideraban las protestas sociales como válidas frente a decisiones del Gobierno, aseguraron que no lo eran en el que ellos encabezan. Cada bando actuó según su conveniencia, pensando más en las próximas elecciones que en el bienestar del país.
El Gobierno mostró que no tiene norte, incrementó el precio del ACPM descomunalmente, lo que inicialmente fue respaldado por la gran mayoría del país ante la imperiosa necesidad de reducir el déficit fiscal, pero hacerlo de un solo tacazo generó la obvia y desproporcionada reacción de los afectados.
En la negociación continúo perdido. Mientras el Presidente aseguraba que era un paro empresarial, sus ministros negociaban en una mesa encabezada por quienes eran atacados por el mandatario, para terminar incrementando el precio del combustible en un valor significativamente menor al que se necesitaba.
Una vez más evidenciamos que en Colombia el bien común no existe, cada uno defiende su propio pedazo sin importar que al hacerlo afecte al resto. Basta con bloquear el país para lograr que sus peticiones sean aceptadas.
El déficit fiscal sigue, quienes nos gobiernan continúan siendo ineptos, los que aspiran a volver a gobernar son los que dejaron el país desbarajustado, ¡paradojas colombianas!.
Luego del paro quedamos en las mismas, aunque persisten los despistados que continúan convencidos que el pírrico aumento de $400 en el valor del ACPM es un gran triunfo para esta abnegada patria.