La Nación
“Quédate con nosotros, Señor” 2 23 abril, 2024
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“Quédate con nosotros, Señor”

“Quédate con nosotros, Señor” 8 23 abril, 2024« Y entró para quedarse con ellos. Sentados a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.» (Lucas 24, 13-35)

El relato de Emaús es toda una catequesis del encuentro con Jesús. Es Jesús quien sale a nuestro encuentro, es iniciativa suya.  La fe es respuesta a la llamada de Dios, gratuita e incondicional. Él se acerca a aquellos dos hombres tristes, decepcionados, cansados que regresan a su aldea. Y Jesús se acerca respetuosamente, con ganas de escuchar, sin querer imponerse, como un mero caminante. Escucha el dolor y el desencanto de aquellos discípulos sin fe. Sin imposiciones, ni dogmatismos previos, escuchando primero, partiendo de lo humano para llegar a lo divino. Jesús les va abriendo el corazón y los ojos de la fe con el recuerdo de lo que decía la Biblia acerca de Él. Y aunque no basta con eso, ya empiezan a sentir algo especial por dentro. Comienza el acercamiento. Son  capaces de levantar la cabeza y la mirada, ya no van cabizbajos,  ensimismados, son capaces de fijarse mejor en el caminante misterioso que  se les ha unido en el camino y empiezan a descubrir en él algo especial que  todavía no saben definir. Pero es necesario algo más y muy importante: la invitación a entrar, la súplica de la fe: “Quédate, Señor, con nosotros”. Dios es tan respetuoso de nuestra libertad, que sólo entra en nuestra vida cuando se lo pedimos, cuando lo invitamos. Y ahora sólo falta el encuentro en la Mesa, el contacto eucarístico, la apertura definitiva de los ojos de la fe. Ya no hace falta nada más.  Ya no hacen falta demostraciones científicas o racionales. Nadie nos podrá negar la autenticidad de la presencia del Señor Resucitado. Hemos entrado en otro “nivel de conciencia” que no se puede explicar con palabras y menos con conceptos. El núcleo de la fe cristiana es el encuentro personal y transformador con Cristo Resucitado, el Amigo, el Caminante, el que nos explica las Palabras de Dios, el que llena nuestra vida de plenitud. Esto no se puede callar. Ya no hay cansancio, no se camina cabizbajo, se va feliz a contarlo a otros. Y aquí es cuando surge la misión, el testimonio, algunos piden ser admitidos en la comunidad.  Este evangelio nos anima también a nosotros a seguir este camino de la fe en nuestros tiempos tan parecidos a aquéllos. Hoy también hay desánimo, desencanto, duda, deserción. No vemos por ninguna parte la presencia del Resucitado, aunque nos da múltiples signos de su presencia, porque están dormidos los ojos de nuestra fe, o quizá acomodados o demasiado racionalizados. Nos parece que el Señor se ha quedado en el sepulcro. Por eso, necesitamos más que nunca volver al camino de Emaús tocar fondo, y volver a sentir la cercanía del Amigo Caminante. Necesitamos volver a las fuentes de la fe: la Biblia, la Eucaristía, el Compartir, la Fraternidad, la Alegría, el Testimonio Solidario. Señor no pases de largo.  E Mail: elciast@hotmail.com