Con mucha incertidumbre sobre hacerse realidad fue recibido el acuerdo nacional presentado por el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, del que hace varios meses venía hablando el presidente Petro, por eso, era grande la expectativa por el contenido. Trata cinco puntos fundamentales sobre el ejercicio de la política, el funcionamiento del Estado de derecho y la democracia. Dos elementos más se refieren a la implementación del acuerdo de paz, priorizando los municipios con desarrollo territorial. Y el quinto plantea un acuerdo para la reactivación económica, con participación de todos los sectores.
Como siempre hemos dicho, compartimos el entendimiento, la búsqueda de consensos. Rechazamos la polarización y los discursos radicales que dividen aún más a los colombianos. De ahí que valoramos el esfuerzo del ministro en tender puentes de entendimiento en medio de la desconfianza y los señalamientos. Porque, claro, estamos con erradicar la violencia política; darles prioridad a los territorios más vulnerables; y unirnos en torno al crecimiento con equidad social.
Aunque no debería dejar de sorprendernos como sociedad que tengamos que llegar a un pacto de refrendación de unos temas mínimos fundamentales, propuestos en el acuerdo, que deberían naturalmente cumplirse en el ejercicio natural de nuestra democracia, el respeto y acatamiento de la Constitución. ¿Es tal el nivel de desconfianza que hay en todos los niveles político, gremial, social y la academia para que tengamos que llegar a este escenario?
Ahora bien, ¿es posible lograrlo? Es la pregunta que hoy nos hacemos quienes desconfiamos de la voluntad, las acciones y las palabras del presidente, quien seguidamente habla de un gran acuerdo nacional y luego arremete sin consideración en discursos y redes sociales, con agravios y mentiras, contra la oposición, contendores políticos, empresarios y medios de comunicación, con el beneplácito de gente de su gobierno que internamente se agarra, de las ‘mechas’ con acusaciones, conspiraciones y descalificaciones públicas. Qué tal.
Y es que muchos sectores independientes han estado de lado de apoyar iniciativas del Ejecutivo. Recordemos la coalición de gobierno a principio del cuatrienio que fue destruida por el propio Petro porque los partidos tradicionales no tramitaron ‘sin chistar’ sus reformas sociales. Entonces: ¿Está en el propósito el presidente de respaldar la propuesta? ¿Acabará con las provocaciones, los insultos y las generalizaciones? ¿Liderará las acciones y condiciones para que la mayoría de fuerzas políticas se sumen? ¿Dejará de ser tan pendenciero?
La verdad, no lo creemos. La desaforada reacción a la decisión del CNE es la evidencia: “Ha comenzado el golpe de Estado”. Sin embargo, guardo la esperanza que fortalezcamos las instituciones y la democracia a través del diálogo, y que alguien le quite el twitter a Petro para que deje de atacar y actúe, gobierne, y poder, al fin, avanzar en paz y armonía.