La Nación
COLUMNISTAS

Receta para una dictadura

Nada viene por arte de magia o generación espontánea. Los hechos en la historia y en las ciencias naturales no se producen al azar. Todo tiene su lógica. En más de un artículo he respondido a la pregunta: ¿por qué somos pobres? Y sobran razones para explicar este flagelo producto de nosotros mismos. Dios creó todo perfecto, es el hombre quien cambia el plan de Dios. ¡Ah hombre, tan grande y tan pequeño!

Quiero, dentro de los límites que permite un artículo, una breve descripción de la “receta” para llegar a la tiranía y a la dictadura. La historia es la maestra de la vida. Ella nos presenta las bondades y maldades del hombre. ¡Qué paradoja! También me pregunto, ¿por qué el hombre no aprende de los errores? Con frecuencia la soberbia obnubila la inteligencia. Los ríos de sangre que corrieron en Francia, y por décadas, a partir de 1789, no son gratuitos. No los justifico, pero los comprendo. Las injusticias, el despilfarro, el boato que se vivía en el país galo, tocaron fondo. Todo tiene su límite. El mejor caldo de cultivo para que venga la violencia, es la injusticia. Como reza la sabiduría popular: tantas veces va el cántaro al agua, que al fin se rompe.

Colombia, un país tan rico y tan pobre a la vez, cumplirá dentro de un lustro, el bicentenario de la independencia. Todos los partidos y grupos políticos se apropian de los logros obtenidos. Sin embargo no salimos de los cordones de miseria y del terrible desempleo de muchos colombianos. Mientras todo el mundo no trabaje, seguiremos con los discursos demagógicos de “salvar” a los pobres. Más que salvar, es sostener la pobreza, con el permanente asistencialismo de los gobiernos populistas que siguen dando pescado, pero que no enseñan a pescar. Pareciera que ese tipo de políticos necesitan a los pobres, como anzuelo de su retórica. Mientras haya hambre, el hombre no es libre y es objeto de la más flagrante manipulación.

Veamos la antesala de las aberrantes dictaduras: unos sueldos de los altos funcionarios del gobierno, nada comparables con el salario mínimo de la mayoría de los colombianos. Tengamos un gobierno que despilfarre el erario. Lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta. Unas leyes amañadas a grupos e intereses económicos de unos pocos. ¿Cuánto gastamos los colombianos con un parlamento bicameral? Ya han sido publicadas cifras, realmente astronómicas, de los costos para sostener a 166 representantes a la Cámara y 102 senadores. Total: 268 congresistas. Más grave aún, casi todos los proyectos de ley son presentados por el ejecutivo, ¿dónde el congreso es un laboratorio de leyes? Si el Constituyen Primario no quiso –bueno por múltiples factores-, participar en la consulta del Referendo, ¿usted cree que el parlamento se va a reformar? Mientras los salarios de unos pocos van creciendo en escala geométrica, el de la mayoría de los colombianos, asciende en escala aritmética, ¿el pueblo aguantará tantas injusticias? Una clase dirigente que no se reforme, está preparando una sangrienta tiranía. Hagamos las reformas necesarias ya, mañana puede ser tarde y a sufrir las consecuencias. No hay peor verdugo que aquél que ha sido esclavo.
*Obispo de Neiva