La Nación
EDITORIAL

Reconversión ganadera

Con mucho entusiasmo, los ganaderos huilenses vienen reclamando su inclusión en la Agenda Interna de Competitividad como otra apuesta productiva.

La incorporación parece un hecho por los anuncios del equipo, encargado de la revisión,  estimando el dinamismo y las grandes oportunidades que representa en el sector agropecuario. Pero no será fácil.

Se requiere con urgencia una radical intervención del sector para transformarlo, para modernizarlo,  para mejorar los indicadores, desarrollar esquemas empresariales de explotación e imprimirle competitividad. Este desafío implica por supuesto, una ruptura con una ganadería tradicional, costosa, improductiva  y ambientalmente peligrosa.

La ganadería tradicional refleja una baja productividad, mínima inversión y tecnología, escasa contribución a la seguridad alimentaria local y pobre generación de empleo.

La reconversión de la ganadería compatible con el desarrollo socioeconómico  y el medio ambiente es el gran reto.

En otras palabras, multiplicar modelos sostenibles de producción ganadera a escala regional, utilizando estrategias de asistencia técnica, capacitación, crédito especializado, incentivos económicos, comercialización de productos en nichos especiales y políticas públicas.

La urgencia de transformar la vieja ganadería es inaplazable.

La creación de una zona franca láctea, como se propuso, es una iniciativa legítima en esa vía para impulsar  la reconversión productiva y la competitividad del sector.

Los ganaderos deben entender que es posible alcanzar un potencial biológico mayor si se hace un manejo ambiental inteligente; si se integra la ganadería con otros sistemas productivos acorde con los límites ambientales de cada región y cada ecosistema.

La reconversión social de la ganadería debe también coincidir en forma total con la reconversión ambiental.

La eficiencia económica puede llegar a ser equivalente a la eficiencia social y ambiental.

Las estrategias deben ajustarse al tipo de ganadería de la región, con sus debilidades y fortalezas.

También deben contribuir a atenuar los impactos ambientales y al mismo tiempo, incrementar los beneficios sociales como generación de empleo, mayor oferta alimentaria y mejor distribución de la riqueza.

Los sistemas ganaderos destinados a la producción y no al negocio de tierras, requieren cambios de tipo tecnológico y empresarial.

De hecho, supone innovaciones en temas de relevancia global, implementación de alternativas tecnológicas, modelos de producción eficaces y estrategias de control integral de enfermedades, mejoramiento genético, buenas prácticas en el manejo y conservación de biodiversidad, entre otros.

Sin embargo, el fortalecimiento de la asociatividad y la unidad gremial, constituye el primer paso para enfrentar la crisis institucional, acentuada en los últimos años, por motivaciones politiqueras ajenas a los grandes intereses de un sector, que en otros años, marcó un a huella en el desarrollo empresarial opita.