Es inevitable que en estas últimas horas del año, cuando nos aprestamos a recibir el 2013,
Es inevitable que en estas últimas horas del año, cuando nos aprestamos a recibir el 2013, nuestro pensamiento retroceda a lo ocurrido en los 365 días precedentes y hagamos un balance de lo sucedido tanto en la vida personal como en la de la sociedad en la que estamos inmersos. El mundo sintió los efectos de una nueva recesión que afectó con fuerza a Europa especialmente la zona del Mediterráneo (Grecia, Italia, España, Portugal y Francia). Los países asiáticos frenaron sus altos índices de crecimiento y Estados Unidos se mantuvo al borde del abismo, pendiente de medidas económicas que se deben negociar entre el presidente Obama y los senadores del Partido Republicano y de las que depende que el país pueda sortear la actual coyuntura de crisis económica mundial con menores traumatismo. América Latina depende de cuánto suceda en Estados Unidos. Los catarros de los gringos se transforman en tuberculosis para nuestros pueblos. Colombia, muy dada a los espectáculos circenses, presenció entre admirada y preocupada el duro enfrentamiento entre la ultraderecha acaudillada por el expresidente Uribe y la derecha centrista dirigida por el presidente Santos. El primero, cada vez que uno de los miembros de su alto gobierno ó generales amigos cayó preso sindicado de paramilitarismo, nexos con la mafia, peculados, sobornos, chuzadas u otros delitos que abundaron en los 8 años de su mandato, creyendo que el promotor había sido su sucesor, lanzó sus trinos que fueron ampliamente divulgados por la gran prensa. También sus ataques se dieron por las negociaciones con las Farc, el fallo de la Corte Internacional sobre el diferendo marítimo con Nicaragua, la escandalosa caída de la reforma a la justicia y cuanta metida de pata tuvo el nuevo presidente (que con frecuencia dio jugosas papayas para que la partiera el expresidente). Y en el Huila sucedió lo que la mayoría de sus habitantes previeron. La justicia y los órganos de vigilancia fueron concluyendo sus investigaciones y ya en cuatro de ellas la gobernadora fue sancionada con suspensiones, multas y destituciones. Pero ella sigue aferrada al cargo, interponiendo cuanto recurso le aconsejan sus asesores uribistas. Sin embargo, los recursos jurídicos se agotan y al departamento le queda como herencia un enorme trauma administrativo del cual no es culpable la justicia que actúa, ni la oposición que se limitó a confiar en ella. Ojalá los huilenses aprendamos a elegir nuestros gobernantes y sigamos el ejemplo de los paisas, que con Sergio Fajardo y Aníbal Gaviria tienen un gobernador de Antioquia y un alcalde de Medellín, que dan ejemplo de buen gobierno, honradez, tolerancia política y alta gerencia pública.