Debo confesarlo. Nunca antes había sentido tanta emoción por participar en unas elecciones y creo que a más de uno le pasó lo mismo. Incluso había perdido la convicción respecto de la democracia y los poderes del voto, para construir el futuro de nuestro país. Sin embargo, considero que los dantescos hechos que tuvieron lugar durante las últimas jornadas del Paro Nacional, hicieron las veces de “baldado de agua fría”, para despertar de ese prolongado letargo en el que muchos colombianos (especialmente los jóvenes) nos encontrábamos. Sin mencionar los niveles de desempleo, pobreza, inflación y las reformas tributarias que han servido como “baldados” complementarios.
Dicho lo anterior, considero que podríamos sacar las siguientes conclusiones respecto de los resultados obtenidos en las pasadas elecciones: (i). Quedó en evidencia que para ganar unas elecciones ya no es suficiente la compra de votos con comida, bienes o plata. Ya hemos empezado a entender que cambiar un voto por un tamal o una teja, puede salir realmente caro; (ii). También quedó muy clara la necesidad de que los jóvenes empecemos a postularnos a este tipo de elecciones. Esto con el fin de contar con “sangre nueva” que oxigene la política local y nacional, permitiendo la llegada de ideas y propuestas frescas; y (iii). Los niveles de contaminación visual durante época electoral alcanzan niveles absurdos.
Creo que estarán de acuerdo conmigo en el hecho de que, durante esta época, no hay espacio en las ciudades que no se encuentre ocupado con publicidad política, que, dicho sea de paso, está más subida de tono que en años anteriores. ¿Qué se podría hacer al respecto? Frente a esto se podría proponer un endurecimiento en la legislación sobre publicidad política, con el fin de disminuir los niveles de contaminación, sin embargo, ya sabrán quienes son los encargados de legislar.
Una última reflexión que podríamos sacar, es la relativa al verdadero valor y significado de los cargos de elección popular. Este tipo de puestos tienen que dejar de ser vistos como el cuarto de hora para hacerse rico; y tienen que volver a ser entendidos como cargos a través de los cuales, se representa al electorado y se trabaja por la construcción de un mejor país.