La Nación
COLUMNISTAS

Renunciar: un acto de grandeza. Por Luis Humberto Tovar Trujillo

Las razones de la renuncia de Benedicto XVI, como acto de grandeza, debe ser un llamado a la Iglesia, ciudadanos en general, llámense de cualquier manera, con todas las divisiones existentes, para que entiendan lo dañino de defender intereses personales, a veces se parece más a los partidos políticos colombianos, para no ir lejos frente a episodios nuestros, recientes, de ingrata recordación, todo por la voracidad del poder. Es una demostración de grandeza, por contener un acto pedagógico para el mundo, ser grande ante la dificultad, para renunciar en el momento oportuno a las inclinaciones morbosas del poder de quienes nunca entendieron que los intereses superiores de la Iglesia están por encima de los personales e individuales, de que hay infiltraciones diabólicas en el día a día del Vaticano que se irradian desafortunadamente por el mundo, de la permanencia de situaciones que colocan en entredicho el respeto y la verdadera dimensión de la Iglesia Católica; la prevalencia de apetitos de poder de algunos de sus integrantes, enfermos por este, desde luego, no olvidemos que es un Estado en términos civiles. Cuando los apetitos personales desenfrenados, y la mezquindad humana ronda las convicciones teológicas, con altos niveles de perturbación, donde fuerzas del mal llegan a niveles tan incontrolables, como en este caso, sumado a la aminoración diaria de las fuerzas físicas de su Santidad, solo los dones del Espíritu Santo, su fuente de inspiración diaria, lo iluminaron para realizar ese acto de un grande, de uno si no el mejor teólogo reciente del Catolicismo, poseedor de las más grandes convicciones sobre la doctrina pura de la Iglesia,  sobre la cual descansan los cimientos mismos de esta, con todo y eso, no podemos dejar de seguir abrevando de su doctrina, sin desconocer la realidad del mundo moderno, sin comprometer las convicciones en la fe. Hay posiciones del Catolicismo que alejan al católico y lo inducen a aceptar otras manifestaciones religiosas muchas veces con más contenido conciliatorio entre su realidad humana y la doctrina de la fe; a diario en las homilías, algunos curas impreparados, no dicen nada, no tienen mensaje, añoro las predicaciones padre Turín Parra, monseñor Rómulo Trujillo, aquel por ser el mejor exponente de aquel mensaje de identidad del evangelio con la cotidianidad, un filósofo de la vida, el otro, filósofo y teólogo consumado; muchos de los actuales con arengas resentidas inducen directa e indirectamente a alejar al católico de su camino; negación a otorgar los sacramentos, impedir el ingreso a la Iglesia de niños negándoles el bautismo, negar la comunión al no casado por lo católico, y otros muchos que merecen reflexión al interior de la formación sacerdotal.