La Nación
Réquiem por los ancianos 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Réquiem por los ancianos

José Joaquín Cuervo Polanía

¡Silencio! Que se callen por un momento todos los  analistas, los estrategas, los estadísticos; los calculadores de las consecuencias, los políticos con sólo cifras atemorizantes,  que  guarden  un respetuoso silencio los políticos profesionales y los opinadores de las redes sociales que aceptaron sin más, quiénes debían morir y quiénes debían de vivir,  que se callen por un rato aquellos quienes nos metieron  en la tragedia de tener que decidir si tenían que morir los pacientes del Covid -19, los que ya habían vivido suficiente, o los que con cuidados paliativos se estaban reconciliando con la muerte y con la propia eutanasia.

Se pusieron en práctica los dilemas que nunca la ciencia médica, el derecho, la política o incluso la economía quisieron enfrentar, la prepotencia de la razón científica nunca quiso aceptar que la vida que nos tocó vivir siempre tiene una condición trágica: Condenar a una muerte inminente a alguien que sufre de una enfermedad terminal, detener el tratamiento para reasignar el dinero a un paciente que puede tener una recuperación completa. El utilitarismo moral afirma que la vida de un viejo de 70 u ochenta no es tanto el logro, como recuperar a un paciente con Covid -19.  – Sólo a comienzo de febrero le quisieron descubrir un cáncer al tío Noé, con los cuidados paliativos necesarios y con el tratamiento podría vivir incluso unos años más, su condena fue el Covid, no aguantó en el olvido sino 40 días de la primera cuarentena. Nunca hubo tal tratamiento.

Concentrar la atención de la salud pública en el coronavirus, realizar la mayor inversión en instrumentos preventivos, en tratamientos para el Covid 19, sólo pensar en UCIS y en camas con respiradores, pueden ser la peor condena de muerte para los viejos o para los que ya venían con algún tipo de enfermedad.  Anita, la admirable viejita, la siempre enérgica, la más amable en regalarte un tinto durante varios años en la alcaldía,  sufrió las consecuencias de una política de salud que cambio los paradigmas de manera radical, mientras su encierro obligatorio tuvo un accidente, se fracturó una pierna, la llevaron en el hospital, pero ya no era un caso relevante, se fue sin comprender que la pandemia ideologizó la medicina, que nos convenció que salvar viejitos de sus achaques ya no estaba de moda.

Por estos días, la muerte y no la vida de los ancianos ha tenido un protagonismo inusitado, muchos de nuestros amigos han publicado en las Redes la muerte de sus abuelitos, nunca antes habían muerto tantos en un periodo tan concentrado de tiempo, las circunstancias, la forma como los médicos han solucionado el dilema que supone dejar morir a un abuelo, la prevención y el afrontamiento del Covid – 19 que invisibiliza la importancia de cualquier otra política de salud pública. Todo conspira contra los ancianos por estos días. Acabaron con la gerontología ética. No es sobre todo el Coronavirus, los está matando más la desidia colectiva, el abandono, la indiferencia, como si la sociedad les hubiera declarado una consensuada pena de muerte.