La Nación
COLUMNISTAS

Ruidos en el sector privado

Cecilia López Montaño

Si algo caracteriza a Colombia, un país profundamente desigual, es la capacidad de agremiación y de poder que tienen los sectores más poderosos, lo que contrasta con la debilidad de los grupos más pobres. De todos los gremios que los representan con mucho éxito, es el Consejo Gremial Nacional el más importante porque reúne a los 21 gremios de grandes productores desde el sector rural hasta la industria nacional. Si algo ha caracterizado a este poderoso grupo es la petición permanente a los distintos gobiernos, de que sean demócratas, así esta solicitud se refiera exclusivamente a aumentar su capacidad de obtener beneficios de las distintas Administraciones. Jamás han entendido que democracia también explica abrir sus puertas, por ejemplo, a sectores como los pequeños agricultores, cuyas agremiaciones han desaparecido del mapa.

Por ser tan poderosos, ha sorprendido la renuncia de sus directivos elegidos recientemente, su presidente Jorge Humberto Botero y su vicepresidente, Jorge Enrique Bedoya, a su vez cabezas del gremio de aseguradoras y nada de menos que de la SAC, que agrupa a los granes empresarios agrícolas del país. Pero lo verdaderamente no solo increíble sino preocupante, es que estas renuncias obedecieron a su derrota después de una agria discusión sobre la necesidad de democratizar este Consejo admitiendo nuevos miembros.

Como cita la revista Semana: “Las renuncias eran la consecuencia natural de una acalorada discusión que tuvo lugar en el seno del Consejo Gremial Nacional el 14 de marzo, cuando los dos directivos fueron derrotados en su intención de adoptar principios democráticos para ampliar el ingreso de nuevos integrantes.” Tres importantes gremios, no precisamente de pobres productores, quedaron por fuera: Asobolsa, que representa a los comisionistas de bolsa; Anato, que agrupa a los agentes de viajes y turismo; y Fenavi, que reúne a los productores avícolas del país.

Dos hechos preocupantes revelan esta crisis en la cúpula de los sectores más poderosos del país. Primero, son precisamente los más ricos con mayor poder político quienes se oponen a un país más incluyente. Ni siquiera se trataba de permitirle la entrada a este super gremio a sectores pobres que nunca han tenido la voz que se merecen. La actitud de estas 21 asociaciones que reúnen el mayor capital del sector productivo explica por qué en esta sociedad colombiana la excusión es la mejor realidad de lo que es la élite nacional. Con razón, a pesar de mejorar indicadores sociales como la pobreza, se mantiene el vergonzoso índice de concentración: se le ha dado algo a los pobres, pero los ricos siguen recibiendo más. Y además no les da pena, sino que se reiteran en no dejar que nadie entre al círculo de privilegiados.

En segundo lugar, y esto tan grave como lo anterior, su discurso de democracia es solo para la exportación, para los demás porque internamente se siguen considerando un grupo privilegiado que no cede nada del poder que han logrado. Y de nuevo no les da la mínima vergüenza. Bien por Jorge Humberto Botero y por Jorge Enrique Bedoya por renunciar ante semejante actitud antidemocrática del grueso del Consejo Gremial.

Con actitudes como estas del sector súper poderoso de Colombia, podremos seguir bajando pobreza, más lentamente que hasta ahora, pero nunca cederá la penosa concentración de ingreso, de privilegios y de tierra que nos caracteriza y que impide que seamos realmente una sociedad justa y moderna.