La Nación
COLUMNISTAS

Semana de invasión. Por Clímaco Sánchez Calderón

Casi nos cambian la semana de pasión en Neiva por la semana de invasión que propuso mediante un proyecto de acuerdo la administración municipal, para ser aprobado en segundo debate el lunes festivo de la Semana Santa. ¿Cuál es el afán que tienen algunos funcionarios del municipio para la aprobación de éste importante proyecto? ¿Será realmente para resolver el problema del espacio público para ello legalizando en contra de la misma Constitución su privatización? La Constitución de 1991 en su Art 82 dice: “Es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso comùn, el cual prevalece sobre el interés particular”. Hasta aquí la Constitución. Cuando proponen escoger a unos pobladores por encima de otros para apropiarse del espacio pùblico, surgen varios interrogantes: 1- ¿Qué carácter deben tener estos ciudadanos para estar por encima de sus vecinos que tendrían el mismo derecho? ¿Será una especie rara de meritocracia o simplemente el dedo generoso de algunos funcionarios? 2-¿Cuál es el beneficio que alega el gobierno municipal por el “aprovechamiento” del espacio público, en detrimento de la comunidad que tiene derecho al goce de ese espacio sin ninguna clase de limitaciones, como lo advierte la misma Constitución? 3- ¿No será quizás el afán electorero para cobrar por ventanilla con el voto, el beneficio recibido de los funcionarios municipales y de los concejales capaces de aprobar semejante desaguisado en desmedro de calidad de vida para la ciudad? Se atreverán a desafiar la Constitución y la ley para sacar adelante tan oscuro propósito? Invito a los concejales que quieren a Neiva, sepultar de una vez por todas,  tremendo atropello contra la ciudad. El problema de los vendedores ambulantes pasa por otras soluciones que dignifiquen su vida, como lo hizo Belo Horizonte (Brasil), creando cuatro plazas satélites distribuidas en la ciudad para resolver el problema de los llamados perecederos, y pequeños centros comerciales populares donde los ambulantes sean copropietarios junto con el Municipio. Pueden resultar otras soluciones que no transiten por el camino fácil de acabar con el espacio público que es el corazón palpitante de la ciudad. Es allí donde el ciudadano encuentra la mejor expresión urbana. Rescatemos el espacio público para el mejor vivir de todos, caso contrario sería retroceder veinte años en el desarrollo urbanístico de la urbe.