La Nación
COLUMNISTAS

Señores: más humildad

En la historia de la humanidad, los grandes líderes que han trascendido a nivel mundial, se han caracterizado en especial por su humildad.

Hay que mirar la vida de Cristo a través de las grandes series del cine mundial o leer los pasajes bíblicos, para identificar esa figura colmada de sabiduría, que sin poseer títulos universitarios, maestrías o doctorados, logro trascender por los siglos y seguramente hasta el fin de la humanidad, gracias a su sapiencia e intrínseca humildad.

Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, la madre Teresa de Calcuta y el Papa Juan Pablo segundo, investidos de humildad lograron objetivos de impacto universal, para su raza, y para su prédica espiritual. A la mayoría de ellos les fue otorgado el premio Novel de paz.

En la actualidad el Papa Francisco, José Mujica ex presidente de Uruguay y el presidente de los Estados Unidos Barak Obama, se destacan por su capacidad intelectual, respeto por los derechos ciudadanos, disciplina e irrefutable humildad.

El Papa Francisco ha llamado enérgicamente la atención a quienes ostentando altos cargos dentro de la jerarquía católica, utilizan ese poder para vivir en medio de grandes suntuosidades, como símbolo de arrogancia. Francisco ha renunciado a la protuberancia que había caracterizado a los grandes de su iglesia, a cambio de una vida modesta.

José Mujica siendo presidente de Uruguay dio ejemplo de humildad al negarse a utilizar las grandes mansiones gubernamentales y al propio coche presidencial. Prefirió seguir transportándose en su viejo auto.

Barak Obama presidente del país más poderoso del mundo compartió durante dos días con el pueblo cubano que lo aclamo, y con el propio presidente Raúl Castro, sin mostrar un mínimo gesto de arrogancia. Obama señaló en la isla: “los problemas de Cuba los resuelven los cubanos, nuestra misión es buscar el entendimiento y respeto mutuo, para beneficio de nuestras naciones”.

Entonces no entiendo razón por la cual, algunos funcionarios, nombrados temporalmente, simplemente para que cumplan con unas funciones públicas, maltraten a compañeros y a usuarios, queriendo aparentar ser los dueños absolutos de la razón y del poder, equívocamente convencidos que su soberbia será el trampolín que los llevará al estrellato.

La ciudadanía espera lo mejor de sus gobernantes. Entonces tampoco puedo entender la razón; como estos, en algunos casos se rodean de arrogantes e incapaces, que más que sumar, restan a su imagen y a sus propósitos. miguel.rh12@hotmail.com