La Nación
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Sigue la historieta

¿Cuál historieta? Amigo lector, pues se trata de continuar con el artículo del martes 24 de mayo: El Rey Midas. Ya mencioné, de algún modo, el mito griego del rey avariento y codicioso, el rey Midas, quien le pidió a Dionisio -dios del vino- que le diera todo el oro del mundo, a lo cual accedió Dionisio. El episodio no terminó con que el rey sólo buscaba la felicidad en el dinero, la riqueza y el poder económico. Pero, ¿de qué sirvió tanto poder?; fue a comer y los alimentos se convertían en oro -se iba muriendo de hambre-. Gritó desesperado llamando a su hija Zoe y al tocarla y abrazarla, se convirtió el oro -se quedó solo-; fue a beber pues se moría de sed, el agua se convirtió en oro. ¿Qué hacer? Llorar amargamente y suplicarle a Dionisio que le quitara ese poder de la riqueza material; después de mucha penitencia, se compadeció el dios y le ordenó ir al río Páctulo a beber agua cristalina: el agua le dio vida y renunció a su hermosísimo palacio real y a todos sus honores, se fue a respirar el aire puro del bosque, disfrutar el perfume de sus flores y la alegría de vivir en compañía de su hija Zoe. Solo entonces comprendió  que las riquezas sin amor no sirven de nada, más bien son su propia ruina.
Hay gente que no se satisface con nada, buscan y buscan dinero. Tienen el signo pesos hasta en los tuétanos. Son tan pobres, tan pobres que solo tienen dinero. Hay gente que teniendo buen sueldo, sobrepasando en grado sumo el salario mínimo que tienen la mayoría de los colombianos: sacan el 10% y hasta el 20% en los contratos. ¡Qué horror! No existe ninguna clase de conciencia. Crecen económicamente en proporción geométrica y nunca se sacian. Un buen número de colombianos cobran “peajes” en sus respectivos cargos. No les satisface el salario que tienen: siempre buscan excusas para robar. En esto no hay ningún escrúpulo. ¿Será que pueden comer dos cenas a la vez?,  ¿dormir en dos camas a la vez?,  ¿ir en dos autos a la vez?, ¿vestirse con dos trajes a la vez?, ¿vivir en dos mansiones a la vez? Yo creo que van a dejar en su testamento que les compren dos féretros y les pongan una tarjeta de crédito o débito con una capacidad enorme en dólares. Como viven para su dios, el dinero, deberían mandar fabricar un coche fúnebre digno de su autoestima o, ¿sobreestima? ¿Qué se lleva usted para la vida eterna, su dinero o las obras buenas que haya hecho en favor de los demás? A mí la gente avarienta me causa lástima: en ellos no se debe confiar, más bien, cuídese de ellos, todo lo miden desde el prisma monetario. Esta actitud no es solamente de algunos  ricos, es también de los corazones de los pobres llenos de avaricia. Los horribles vicios de la codicia y avaricia no respetan ninguna clase social: aquí entran muchos seres humanos de todos los estratos. Rico no es el que tiene mucho, sino el que goza lo que tiene.
+ Froilán, obispo de Neiva