La Nación
Sin referente moral 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Sin referente moral

+ Froilán, obispo de Neiva

 

En nuestra cultura occidental, marcada por la secularización (vivir sin Dios), se ha elevado a axioma o nuevo dogma (“verdad” sin discusión alguna) el RELATIVISMO MORAL. Esto significa que las conductas son calificadas moralmente por el “criterio” de la mayoría, mayoría que es manejada por las redes sociales. De modo que lo que hoy es bueno, mañana mismo puede ser malo. Por ejemplo, el aborto pasó de ser un delito a un derecho; pasó de ser un asesinato a una interrupción del embarazo: fuera la palabra aborto y con ello, viene  un placebo de conciencia, en donde tan flagrante crimen, se le llama ahora de forma olímpicamente cínica, interrupción del embarazo. Hoy matar a un animal es más grave que acabar con la vida de un bebé en gestación. Antes la familia, la Iglesia eran de alguna manera los referentes de la conducta moral. Hoy ya no se habla de familia en singular, sino de familias, -aquí se incluye las familias de parejas homosexuales que, además pueden adoptar niños, pues son una familia como cualquier otra, la ley natural se fue a las catacumbas y, … ¡cuidado se dice lo contrario!-, ¡llueven rayos y centellas! Entonces, acabemos todo referente de la conducta humana. En este contexto, a la Iglesia hay que sacarla de todo contexto social: los errores de sus ministros se publican por todos los medios, -es el escándalo farisaico que filtra el comino pero se traga el camello- y así se le quita el piso de autoridad moral ante la opinión pública. Sin referente moral, sin ley natural viene el reinado de la absoluta   anarquía y caos moral. El nuevo absoluto es el relativismo moral. A mi juicio, esta sociedad ya está tocando fondo y pienso que Dios no se ha ido de vacaciones,  al hombre le llegará en poco tiempo la “hora veinticinco” como consecuencia de su crueldad, su negación de Dios, su actitud iconoclasta a todo lo que huela a pasado, su odio visceral a toda expresión religiosa. No estamos lejos de encontrar a eclesiásticos muertos en la calle, por el terrible delito de portar un signo religioso. El odio a todo lo que “huela” a Dios está creciendo gigantescamente. Estamos llegando a una sociedad que bajo la bandera de la tolerancia, se combate todo lo que sea definido y todo lo que muestre un signo de permanencia. Los jóvenes se están levantando frente una familia sin autoridad, en forma absolutamente irreverente y con capacidad de despreciar a todo aquello que no esté de acuerdo a su anárquico estilo de vida conductual. Estamos viviendo una sociedad caracterizada por la trasmutación de todos los valores. Es un nuevo vitalismo “nietzscheano” en donde se sepulta a Dios y sobre su tumba se edifica la ciudad del hombre, mejor del superhombre. Es el hombre con voluntad de poder que masacra todo lo que se oponga a sus anárquicos “principios”. Detrás de todo este desprestigio a la Iglesia está el hombre sin Dios ni ley que saca de tajo todo principio moral. ¡Pobre hombre, tan grande y tan pequeño! Sus nuevos paradigmas son una espada de Damocles.